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23 de junio de 2010

Capítulo II

Alien... I Need U Love; Capítulo 2
 Llegada 

No sabía que había sucedido, y a decir verdad hasta miedo me dio. Decidí olvidarlo, esto no era un cuento de terror como de los que contábamos cuando pequeños para asustar a Jouliane y a Katty, los fantasmas no existen. Ordené las ultimas pertenencias que tenía, todas mis fotografías, me encanta la fotografía y estaba estudiando en la capital. Solo me faltaba crear experiencia en un buen trabajo: algo que me dí cuenta después de poco tiempo, no era muy fácil. De todos modos solo debía ser perseverante y luchar por lo que quería, es la única manera de llegar a mí meta ¿Verdad mamá?



Estuvo listo el almuerzo, y ya era un poco mas de mediodía, me pareció extraño que los chicos se tardarán. Asumí que quizás se entretuvieron en el parque que esta en el camino de regreso a casa al final de la ciudad, así que fui por un pequeño trozo de papel que Jonathan en el que me había dejado un número telefónico, según el, allí tenía posibilidades de encontrar trabajo como fotógrafa.



Marqué nerviosa el número, y después de aspirar una bocanada de aire, acerqué el auricular del teléfono a mi oído

-Publicidad JJ… ¿en que puedo servirle?- me atendió una voz femenina

-buenas tardes, Soy Evelyn Moore, me dijeron que llamara si…- la mujer me interrumpió

-¡Oh! ¡Sí! El chico Jonathan me comentó, ¿esta disponible para mañana a eso de las dos de la tarde?- me animé de inmediato al escuchar aquellas palabras

-¡Claro!- traté de ocultar mi euforia –esta bien. Estaré ahí puntualmente- finalicé moderando mi voz, intentando no mostrarme tan impresionada.



Ya quizás había logrado algo bueno, era buen inicio.



Sin embargo, la alegría que de pronto sentí se fue a la borda, dejando paso a un gran miedo, miré por encima de mi hombro, solo noté la comida que tenía perfectamente ordenada y sellada sobre la madera de la mesa, mientras el ensordecedor sonido del horno me hacía dar un sobresalto escuché un murmullo. Chille sin poderlo evitar llevándome rápidamente ambas manos a mi boca, me sentí ridícula al darme cuenta de que estaba sola, y que no había nada. Caminé con lentitud hacia el horno, y después de apagarlo, lo abrí con paciencia para ver su interior, el olor a tostado de la levadura me dejo en claro que estaba listo el pastel. 



Sin embargo, aun el miedo me aturdía.



Estaba preocupada, algo me decía que los chicos no estaban bien. Salí por el pasillo hasta cruzar la puerta, en ese instante, Ronda se acercó a mi meneando su cola como es de costumbre, acaricié su cabeza y miré hacia el camino frente de mi casa, con la esperanza de ver llegar a los chicos, fue en vano. Pasados algunos segundos luego de levar sus orejas y mirar hacia el camino, Ronda ladró con fuerza, y comenzó a correr, a un lado de la casa, me fui detrás de ella, intentando no perderla de vista, corríamos y corríamos, poco a poco dejamos atrás la casa, adentrándonos en el bosque húmedo, y llegando hasta la misteriosa colina de esta mañana. 



¿Qué estaba haciendo? No estoy segura, solo se que sentí un impulso, curiosidad.


Seguí a mi perra hasta que llegamos frente a una inmensa edificación, parecía uno de esos castillos de los cuentos de hadas en los que dejan confinadas a las princesas. Colosales y gruesas rejas de metal corroído y de color negro que dejaba a relucir en varios segmentos óxido por la humedad, eran arropadas por varias ramas de las enredaderas que se encargaban de darle un toque verdoso.



Llegue frente a lo que asumí era la entrada, de pronto vi a mi mascota dentro de lugar, corriendo hacia la gran puerta, intenté buscar por donde entró,  jalé un par de veces la reja para abrirla, sin entender como fué que entró, al no ver como logró hacerlo decidí escalar, me balanceé sobre la reja y con dificultad llegué a la cima de el muro, me resbalé y caí dentro del lugar. Gemí de dolor, estaba dentro, pero fue mala idea de todos modos.



Me levanté, intentando limpiar el fango que manchaba mi atuendo y comencé a buscar con la vista a Ronda, le oí ladrar y seguí la eufonía, entre aquella atmosfera que se tornaba mas tenebrosa al pasar los segundos. El rechinar de la puerta me alertó, con lentitud asomé mi cabeza hacia adentro de aquella gran mansión, todo estaba lleno de polvo, y los leves destellos de claridad que dejaban el día nublado se filtraban entre las cortinas blancas que poseían los grandes ventanales que rodeaban el lugar, entré, mirando con gran curiosidad y temor a mi alrededor.



Largos y extensos pasillos adornados con toques medievales: grandes armaduras abundantes en telarañas que brillaban sobre el suelo de color negro y blanco. Los rodapié de madera eran el descanso de varias mesas arrinconadas que sostenían miles de libros polvorientos, junto a candelabros dorados que hacían juego con grandes cuadros que adornaban las paredes de color índigo.



Todo aquel ambiente gélido se volvía tan atractivo frente a mí, seguía atenta mi camino, al final, un pasillo oscuro hacía resaltar a su lado derecho una puerta en la cual podía ver claramente, me encaminé por el camino lleno de luminaria, pero sin previo aviso la puerta se cerró con fuerza, haciendo entre el incomodo silencio eco, vibrando con la madera de la pared, quizás esa fue la razón por la cual uno de las lámparas que elegantemente colgaba en la misma adornándola se fuese abajo, quebrándose por completo y disparciendo vidrio transparente entre el suelo.



Pasé entre los vidrios y me encaminé hacia el oscuro pasillo, algo de pronto me decía que allí se encontraban mis hermanos. Es cierto, ¡por un momento les olvidé!



Continué caminando por un largo tiempo, parecía que nunca llegaba al final, un flameante sonido me volvió a alertar, una de las lámparas se encendió, sus llamas me cegaron, así que me llevé la mano a los ojos, después de unos segundos pude ver con mas facilidad a mi alrededor y así ver que al lado de la lámpara había un letrero, en madera desgastada y mohosa “Esta usted entre el tiempo y la realidad” leí

-que absurdo- murmuré al leer, vi como a mi lado una puerta lentamente se abrió y dentro de la misma, pude divisar un gran salón, tenía varios estantes inmensos llenos de libros, sin duda me acerqué, libros con revestiducha de cuero y cubiertos de polvo, también había un gran sofá y al fondo, al lado de un gran cristalera que conducía a un balcón al parecer, había una chimenea, pude divisar antes de sobresaltarme con el sonido del ladrido de mi mascota un órgano.



Miré hacia atrás, una puerta mas apareció. ¿En donde me encuentro?



Corrí de inmediato, al otro lado de la misma otro salón, un relámpago resonó, justo cuando fijé mi vista en el fuego de otra chimenea, estaba al fondo de la gran habitación, los muebles arrinconados dejando que todo se viese mas espacioso, mas ventanas con cortinas blancas y cuadros, con la diferencia que todo estaba perfectamente limpio, y el piso muy brillante.



Intenté permanecer serena, pues ya todo comenzaba a aterrorizarme.



Escuché risitas similares a las de Katty, y ella corriendo junto a mi perra cruzó la puerta que yo había utilizado segundos antes


-¡Eve!- dijo impresionada, con sus ojos mas abiertos de lo normal, yo me acerqué inmediato a ella 

-¿¡Que rayos haces aquí!?- dije enojada, ella bajó su vista

-¡Katty!, ¡No hagas trampa!- gritó Jouliane, se quedó en silencio cuando me vió allí, venía corriendo y se detuvo en seco, algo que Petter imitó de inmediato

-¿Qué haces aquí?- me dijo

-¡Eso es lo que yo pregunto!- dije ofuscada –hable con ustedes, ¡La tía Ruth dijo que venir aquí estaba prohibido!- añadí

-¡No! Adoro venir aquí- comenzó a llorar Katty, Jouliane se le acercó

-¡No nos prohíbas lo único que ahora nos hace feliz!- me dijo con cara de enojo

-¿Feliz?, a ver Jou, cariño, deja de decir cosas, vámonos, aquí corren peligro- dije

-aquí no corren peligro en lo absoluto..- aquella voz era desconocida para mí, alcé mi vista y detrás de los chicos un sujeto hacía acto de aparición.



Su mirada oscura resaltada sobre aquella blanca piel me atrapó, caí como en un agujero negro, sentí como si aquella casa fuese el cofre de Pandora y aquello que encontré al abrirle, aquello que no debía ser poseído, era aquella mirada intensa que se posó sobre la mía. Quizás mi mirada no era lo suficientemente afortunada como para que esa se fuese sobre ella, me sentía poca cosa, y a la vez todo. Me sentí como la reina del mundo cuando de un momento a otro deseé poseer aquel mirar.



Un momento, ¿Qué me sucede?

-¿q-quien me lo asegura?- tartamudeé intentando despegar mis ojos de los de él, llevaba unos jeans de gabardina negra, una camisa manga larga blanca y su cabellera negra recogida en una coleta que dejaba escapar unos ondulados mechones rebeldes, que se posaban sobre sus ojos.

-Quizás podría ser yo mismo… ¿Le parece?- me respondió aquella voz que parecía hablar como el melancólico sonido de un violín, que llora las notas del corazón de alguna de los movimientos de la sinfonía cuatro estaciones del mismo Vivaldi.
 

-ehmm….- intenté responder, pero ya me había olvidado de absolutamente todo, de un momento a otro me sentí nerviosa, debía bajar mi vista como fuese posible.

Me volteé bruscamente empujando a Katty

-¡Vámonos!- dije, y después de aspirar una bocanada de aire alcé mi vista, comencé a caminar hacia la puerta. Después de una gélida ráfaga de viento, frente a mí volvieron a aparecer aquellos ojos tan enigmáticos como el Atlantis…. Entendí de un momento a otro el porque Beethoven había compuesto ‘Para Elysa’ y el significado de su sonido melancólico y distante: agonizante en pocas palabras.

Sentí que no poseía nada, y que anhelaba que aquellos ojos no me dejasen de mirar

-¿la escolto hasta la puerta?- haciendo un ágil movimiento hizo una leve reverencia de manera educada, mientras el vibrar de u voz se disipaba entre la agitada atmosfera y mi alma lloraba de desesperación.






"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"

1 Butterflies*:

Capitana Amanecer dijo...

Guao, que capítulo más misterioso!! Me encanta! :)

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