Todo aquel clima de tundra que anhelaba, mezclado entre los típicos olores de mi ciudad natal, claro, agregaría que el humo de los autos había impregnado o ennegrecido aquel aire puro que tanto caracterizaba a aquel lugar. Mis pesadas maletas me dejaron descansar cuando llegue por fin al autobús, toda la gente me miraba con cara de lastima, lo soporté intentando darles una sonrisa e intentándolo ignorar. “Hello!” Como diría si estuviese contenta, mi nombre es Evelyn, de apellido… Mmm… preferiría no recordarlo por ahora, ahora me encaminaba hacia casa, con una ‘gran noticia’ me enteré que quedé completamente huérfana, junto a cuatro hermanos y un perro.
Regresé de inmediato de la capital para encargarme de mis hermanos e intentar que dejasen todos sus pesares atrás. Pronto el autobús me dejó frente a aquel caminillo con florecillas blancas adornando junto al pequeño brote de vida vegetal entre aquellas piedras blancas que lo conformaban, hasta terminar en una puerta, de aquella casa de invierno en donde me crié. Divagando entre dolorosos recuerdos de mi madre y jalando las maletas pude divisar como ‘Ronda’ mi perrita que ahora era toda una gran perra adulta y sobretodo grande, se me echaba encima, acaricié su cabeza y dejé las maletas a un lado, subí los escalones que quedaban y toqué levemente la puerta.
Pronto se abrió, dejándome divisar por un par de segundos a dos de mis hermanos, acto seguido sobre mí un pequeño bulto se balanceó, era mi hermana menor, abracé con fuerza a Katty, que poco a poco dejó escapar sus sollozos, entré y me senté aun abrazándola en la sala de mi casa, Edward, el mayor de los cuatro, entró con las maletas, mientras Petter y Jouliane, se acercaban a mí. Me miraron con tristeza
-¡Lo siento!- dijo mi hermanita menor, la mas pequeñita, Katty
-¡Esto no es tú culpa!- le recordé por enésima vez -¡La próxima persona que se culpe de esto, tendrá serios problemas conmigo!- miré a quienes estaban de pié
-¿a que te refieres?- cuestioné sin entender, Katty aspiró una bocanada de aire, y paró de llorar
-Se refiere a todo, ¿Qué sucederá a partir de ahora?- intervino Petter
-Seguiremos adelante… no es fin de mundo-dije fingiendo fortaleza -¡Hay que reir!... si de verdad queremos a mamá es lo que debemos hacer- añadí
-No pareces la mayor… ¡Ni que fuese tan fácil!- aun Edward estaba dolido, lo comprendo
-¡Ya!... tranquilo… Yo seré quien me encargue de ustedes… ¿eso no te parece?- ellos me miraron con impresión
-¿enserio?- Jouliane intentó sonreír
-¿Cuándo les he mentido?- inquirí sonriente
-¡Eso es otro panorama!- bufó Petter dándole un golpe con el codo a Edward
-¿les parece o no?- resalté nuevamente mi pregunta
-¡A mi sí!- dijeron a coro Jouliane, Katty y Petter, miré entonces a Edward
-¿y a ti?- dije, el viró su vista -¡Vamos! Trabajaré medio turno, irán a la escuela, nos veremos aquí en la tarde y quizás veamos todas las noches películas o jugaremos- dije, Jouliane y Petter comenzaron a reírse
-¡Suena divertido!- dijo Katty
-¿Y bien?- insistí
-está bien..- murmuró Edward
Me levanté de mi actual asiento y lo intenté abrazar
-cuando eres dulce, empalagas…- bromeó, luego entre risitas se abrazaron a nosotros Katty, Jouliane y Petter. Juramos no separarnos y estar siempre juntos.
Algo que pusimos en practica desde en ese mismo instante, les propuse remodelar la casa, así que cambiamos varias cosas de lugar, dejamos mejor ordenado el cuarto de Katty, el cual compartía con Jouliane, dormían en una litera, así que la cambiamos cerca de la ventana y su pequeña biblioteca la dejamos cerca de su computador, por su parte Petter y Edward recogieron sus habitaciones, en la sala, hicimos mas espacio para las clases de baile que retomaríamos, el ambiente habría mejorado para aquella primera tarde que tendríamos sin mamá. Les propuse hacer un pie de durazno, mi preferido al igual que mamá. Lo hicimos todos juntos entre bromas y sonrisas, intentando olvidar todo aquello que nos acechaba.
-Creo que esto es lo que necesitamos- murmuró Jouliane, mientras iba a por un CD que tenía en su bolso, dejándolo en el reproductor, pude escuchar suaves melodías y una voz que de inmediato me atrapó. Tenía la certeza de que la había oído en otro lugar, pero no podía recordar en donde.
-¿Quién es?- articulé
-sólo diré que: ‘Mantengamos la fé’- sonrió Jouliane, y cantó el coro de la canción.
Tocaron la puerta, así que después de servirles la bebida que habíamos preparado, corrí a la puerta, lo que percibí después de abrirla me dejó boqui abierta. ¡Cielos! Lo que seis años hacen de una persona: ¡Jonathan! Mi…’mejor amigo’ desde la primaria estaba en la puerta de la casa
-¿eres tú?- cuestioné
-No, no lo soy- bromeó entre carcajadas de burla
Reí ante su cara burlona -Muy graciosito- dije y lo abracé de manera de saludo
-¿hace cuanto llegaste?- dijo dándome una bolsa de regalo
-hace unas seis o siete horas- respondí dejándole pasar
-genial- dijo y entró
-¡Jhos!- dijeron todos al verle entrar
El saludó
-¿Y que haces aquí?- pregunté curiosa, por saber cual era la razón de su visita, no creo que ahora se acostumbre a visitar a los recién llegados de un velorio.
-¿Qué no te dijo Jouliane?- dijo el mirándola
-Ups... Lo olvidé… ¡Lo siento!- se excusó ella, mientras los demás reían
-Doña gruñetas me envió también, desde ahora vivo aquí también- dijo Jonathan, con lo de doña gruñetas de seguro que se refería a mi tía Ruth, eso si que no estaba en mis planes, pero era algo de lo que por desgracia no me podía escapar. Ella siempre se empeñó en tratarnos como niños, y su hijo (por cierto dos años mayor que yo) siempre debía ser "nuestro guardian" siempre creyó que mamá no sería capaz de cuidar de mis hermanos y yo por estar sola, desde que papá desapareció esa tarde cuando estaba pequeña. No la culpo, de hecho se lo agradezco.
Pero no necesitaba un niñero. De todos modos Jonathan estaba en mi equipo, comenzando aquel lunes nuestra nueva vida, me levanté temprano, para que ya a eso de las 6:30 de la mañana estuviese todos los desayunos preparados. Edward y Jonathan fueron los primeros en bajar, mi hermano tomó su desayuno y una gaseosa de las que habían en la nevera para el camino, aprovecharía el auto de Jonathan para llegar rápido a la universidad, el tiene 17 años, esta comenzando a estudiar en la facultad de medicina de la ciudad. Por otra parte Jonathan me comentó que era el encargado de la tienda de antigüedades de su padre, la que estaba en el centro de la ciudad. Al ellos abandonar la casa pude oir como escaleras abajo venían corriendo Jouliane y Petter, olvidé decirles que eran gemelos, mi hermana golpeó a Petter al llegar abajo frente a mí
-¿Qué sucede ahora?- dije entre risitas
-¡Se queja de que tardo mucho peinándome!- dijo con rabia Jouliane
-¡Vamos Eve, no me digas que no haz pensado lo mismo!- bufó Petter
-dejen eso por ahora; ¿Katty en donde está?- ellos se cruzaron vistas
-no lo sé- dijo Jouliane subiendo escaleras arriba, Petter tomó los almuerzos y los llevó a cada uno de los bolsos
-¡Buen hermano!- dije impresionada
Se encogió entre hombros, estuve segura de que solo lo hacía por evitar las tundas de Jouliane, pronto la misma junto a mi hermanita menor bajaron las escaleras. Katty venía con cara de sueño mientras Jouliane intentaba peinarle para que estuviese lista, después de varias luchas, la adormilada hermanita menor estaba lista y yo acompañaba a los chicos a la escuela.
Caminé de regreso a casa, pasando la gran colina que queda después del gran campo de flores de invierno detrás de mi casa, recuerdo que cuando niña siempre iba a allí, pero olvidé completamente cual era la razón, una fuerte brisa me arropó, haciéndome estremecer. ¿Han sentido angustia, miedo, y una especie sensación de misterio todo junto? Pues es lo que estoy segura que sentí en aquellos segundos.
-¡Evelyn!- fue entonces cuando escuché que una voz me llamó. Vire varias veces a mi alrededor para ver quien rayos era pero a decir verdad no vi nada. De pronto, sin previo aviso un cuerpo se vino sobre mí, sentí el húmedo suelo en mi espalda y un olor a jazmín que aun me aturde. Fue lo que pude procesar, ya que después de un sonido fuerte, como un rugido o algo parecido solo recuerdo oscuridad. Abrí los ojos mas de lo normal en un rápido movimiento, eran simple reflejos, sin embargo enviamos demasiado tarde, estaba en el sofá de mi casa, alcé una ceja confundida, miré asustada a mi alrededor pero no habían señales o pistas de que había sucedido.
"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"
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