Capítulo IX

Alien... I Need U Love; Capítulo 9: 

"Un chico"

Me miraba a los ojos, pensando en algo que por desgracia no he podido descubrir, transmitía tantas cosas con sus ojos, que en realidad no logro entender aun que era en realidad lo que pensaba o emitía. Aclaré mi garganta, al notar que el silencio se prolongó. Soltó mi cabello y yo dí media vuelta, para fingir que continuaba con mis labores domésticas.

-¿Cómo haz estado?- preguntó, mientras yo ordenaba los libros de Josh

-pues bien…- dije, noté que Josh tenía unos libros de poesía, y otros de alquimia, me parecía bastante extraño. Abrí uno, y logré leer “Nicolas Flamel”

-¡hey!, te estoy hablando- viré mi vista de inmediato al oir su nueva queja

-lo… lo siento- cerré el libro de manera veloz. Me miró fijamente

-¿Qué decías?- dije, al ver que no emitía sonido

-pues, que…- se rascó la cabeza, parecía frustrado –ah! ¡Olvídalo!.- se sentó el el sofá, ya ahí había cometido un error: A Evelyn nunca la dejes con la duda

-AAnda… discúlpame, es que vi algo raro acá… ¿Qué me decías?- me acerqué a él y lo empujé su hombro, tratando de sacarle algo. Noté un poco de tristeza en sus ojos. Eso no me gustó para nada, el solo imaginarme que estaría mal por mi culpa…

-Hay, no Michael… ¡no!, no quería hacer nada malo, es solo qué leí algo extraño, ya sabes como soy de despistada… de loca…. No soy de este planeta, siempre vivo en las nubes, con suerte se que hoy es Viernes..-

-No Evelyn, hoy no es viernes, es miercoles- bufó lanzándome uno de los cojines de el sofá

-bueno, bueno, es octubre… ¿no?- dije, después de el impacto de su arma, sonrió para mi alivio

-si, si- me volvió a lanzar una mirada extraña, no se si es que estaba analizándome o que, pero eso comenzaba a incomodarme en cierto modo

-dime Eve, ¿Cómo es que descubres que no soy ‘normal’ y actuas como siempre?- tocó precisamente el tema que no quería hurgar. YO NO LO TOMABA COMO ALGUIEN MALÉVOLO. Pero el sí se tomaba como alguien así, en estos meses que he vivido nuevamente en valle normal, me he dado cuenta de que todas esas historias eran ciertas. No puedo creer aun, que aquel vampiro me estuvo acechando por tanto tiempo, y mucho menos, que contaba con superhéroe particular. Se había comportado de tal manera conmigo, me había hecho sentir protegida, me había regalado un amigo, y aunque según él; estaba en constante peligro, me sentía más felíz que nunca, sentía ánimos, sentía que la vida no era tan mala, y que quizás: estaba mal ver sólo los bosques fríos y húmedos, que también existían praderas soleadas… y mansiones encantadas…

-me estas protegiendo- fue lo que respondí. Y pude notar, como la vez anterior, que no estaba muy conforme con mi respuesta.

-¡Tomas todo como un juego!- me dijo, tomó mis hombros, con suavidad pero un toque de furia a la vez (como solo el lo sabe hacer) y pronunció:

“no se trata de un juego de pelota, no se trata de un par de amigos, estas tocando el fuego de la vela, antes era solo la esperma, pero ahora te atreviste a tocarlo sin saber las quemaduras que tu alma puede sufrir, vamos…. Respondeme la verdad…”

Aquellas palabras me dejaron congelada.

Sus ojos proyectaban algo que me hicieron recordar días atrás, su mirada esta cargada de tantas cosas, me adentré en su máquina del tiempo. Era una tarde hermosa, y yo estaba junto a él en el sofá leyendo. Estaría de mas añadir que estábamos en su gran y enigmática mansión

-Oye Michael…- dije dejando mi libro a un lado, estaba leyendo “Antonio y Cleopatra” de Shakespiare, el leía algo sobre arte, creo que sobre Miguel Ángel.

-¿mmm?- murmuró, bajó el libro de manera graciosa, haciéndome sacar una risita divertida

-No se porqué, pero recordé aquella historia que me contaste sobre el chico que no encajaba y que estaba buscando un cofre…- dije, la verdad estaba interesada, aunque no viniese al caso la pregunta que me había aventurado a hacer.

-¿el que asociaste con el cofre de pandora?- me dijo, pensativo, abriendo el hermoso y amplio libro de sus recuerdos que adoro escuchar, y mas aun, cuando lo narra con tanto amor, a su manera. Me trataba como una niñita al frente de un cuenta cuentos.

-Pues… el estaba en la búsqueda de felicidad… llega a encontrar a una chica que le llama la atención- dijo, dejando ambos libros –los que el leía y los míos- sobre la mesita de noche con toques medievales, a su lado

-pero… dijiste que el siempre estaba solo- repliqué, estaba claro que me había hecho interesar por un tema y no me lo había contado todo

-lo estaba, el solo la observaba sobre los arboles, mientras ella pasaba con su rostro apacible, aquel rostro inigualable que siempre mostraba una sonrisa, pero sin embargo que guardaba algún extraño sueño que jamás fue capaz de interpretar.

Ella siempre caminaba de su casa a la escuela, y de la escuela a su casa. Leía al aire libre y nunca hablaba con las demás chicas, él no podía dejar de observarla, y de desear cruzar palabras con ella. Pudo notar que ella era tan hermosa e imponente como la misma Artemisa, que nunca bajó su brazo firme, y que aunque era una mujer débil que necesitaba ser amada: nunca mostró su lado frágil, y siempre dejó en claro que no necesitaba de nadie mas. El soñaba con países encantados y juegos al aire libre, pero nunca lo lograba, con el pasar del tiempo ella creció, al igual que él. Y un día, no regresó mas a los campos en los que solía leer.-

-¿Qué pasó con ella?- pregunté, al notar que su inspiración al narrar había hecho una pausa, mientras me hablaba, miraba hacia el infinito, como si cada una de las imágenes que narraba, estuviesen marcadas en una especie de pantalla invisible que sólo el podía ver. Cuando escuchó mi interrogante, me miró

-No lo sé, quizás se cansó de estar sóla en un lugar en donde no era comprendida.- su voz comenzaba a ser poco a poco mas bajita

-Él intentó salir de su aislamiento, aunque su padre no lo permitía, ya que él era una joya que le encantaba mostrar- lo interrumpí

-¿Qué hacía el que llamaba tanto la atención?- pregunté, estaba muy interesada en todo, me sentía como una serpiente de cascabel frente a un encantador

-dicen que volaba y murmuraba junto a la mágia de la música- dijo, y se recostó del sofá –otros dicen que danzaba como la misma brisa al silbar en una noche de invierno…- miraba aun hacia un lugar que no he podido identificar –que los vocaquiusa de su voz eran la mas fuerte competencia con los pájaros cantores de las tardes soleadas- no dijo nada mas. Guardó silencio, algo que hizo que me interesara mas sobre el tema. ¡Por dios!

-¿sabes el nombre de aquel chico y porque desapareció también?- volví a preguntar

-nadie recuerda su nombre y desapareció por la misma razón: quizás creció, y a alguien no le gustó, quiso mostrar su verdadero yo y a nadie le gustó. Creo que vive en una colina encantada, intentando recordar el día en que el aire le trajo el nombre de la chica, de la Artemisa que logró ver-

Fin del tema. Atardecía de una manera espectacular, lo podía divisar por el gran ventanal de aquella habitación. Mi curiosidad por el tema crecía, cada vez que narraba con tanta pasión y entendimiento sobre aquello que… que parecía que él

-que tu fueses ese chico- dije, aun sintiendo sus brazos en mis hombros, y volviendo a la realidad. Saliendo de la máquina del tiempo en la que me había atrevido entrar. Su rostro mostró confusión, de seguro creyó por un segundo que yo era una loca esquizofrénica

-tú eres ese chico- volví a afirmar –aun esperas a la chica, y luchas contra la maldad de los demás….. ¿Qué esperas?... ¡sal a buscar a tú chica!.- Ahora quien se quedó sin palabras fue él. Su rostro mostraba una confusión que nunca imaginé ver.

-Evelyn…yo…- iba a pronunciar algo que me dí cuenta: necesitaba escuchar.

Pero las cosas no se dan siempre como uno quiere, aquel momento que habíamos construido, y que siempre quedaría en algún rincón de mis recuerdos marcado con tinta indeleble, fue interrumpido con el ensordecedor sonido de el teléfono de la casa.

Sin embargo, yo permanecía allí, frente al hermoso espejo de su alma, sus ojos. Si, nada me importaba cuando sus ojos se posaban sobre los míos.

-Evelyn….- dijo nuevamente

-¿si?- inquirí, distraída, como encima de una nube esponjosa de las que hay en el cielo

-el teléfono… puede ser importante- soltó con delicadeza mis hombros, y yo, tácitamente me levante de y fui a la cocina a atender.

-aló.- dije al atender, noté a Michael mirando algunas fotografías mías que estaban colgadas en la sala de estar

-¡Por fin respondes!- oí a Josh del otro lado

-¿Qué sucede Josh?- dije un tanto fastidiada, el rey del drama ya comenzaba con una de las suyas

-¡es urgente!- me asustó cuando oí aquello, - ¡hay problemas en el hospital!. Debes ir a ver a Edward- Temí lo peor cuando escuché esas palabras. Colgué el teléfono, lo único que logué emitir fue: “Mamá”


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Gracias Liz, Sara, las quiero, Muuucho! ¡Gracias por comentarme!


"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"