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30 de octubre de 2010

Capítulo XIII



27 de octubre….

Mis ojos cerrados, las almohadas en mi cabeza, entre sabanas color durazno intentaba esconderme de el sol. Me sentía como la vaga mas grande de el planeta, sin embargo podía soportarlo, sólo necesitaba “cinco minutitos mas”. Fue un deseo imposible: sentí un fuerte golpe sobre la cama, justo a mi lado, ese tipo de aterrizaje en ella era inconfundible, el pequeño bulto se fue debajo de las sábanas y salió entre mi espalda para comenzar a brincar sobre mí

-¡Eveeeeee!- gritaba Katty, como jamás lo había hecho, esa niña parecía tener pulmones de acero, me cubrí mas mi rostro con las sábanas, y la sentí quitarme las cobijas y demases de encima

-¡Vamos!, ¡¡hoy es el graaaaaaaaaaaaaaaaaaaan día!!- gritaba y gritaba, haciendo un énfasis preciso que hacía crecer la palabra ‘gran’, mientras yo me quejaba intentando buscar calor en mi cama sin mis sábanas encima

-¿a que te refieres?- bostecé rendida, había logrado su objetivo, por consecuente, estaba despierta sin probabilidades de volverme a dormir.

-¡a lo más lindo hermana! ¡Te quiero!- brinco y me abrazó, un abrazo fuerte, yo aún estaba perpleja sin entender muy bien lo sucedido, luego se abrió la puerta de par en par, y Jouliane, Petter, Josh y hasta el mismísimo Edward estaban en pijamas con un pastel cantándome el felíz cumpleaños.

Mi corazón se contrajo de felicidad, no podía creer lo que sucedía. ¿Cumpleaños?, pero si lo había olvidado por completo. Era algo ridículo pero había sucedido, y es que siempre comenzamos a sólo darnos cuenta de lo malo antes que de lo hermosa y grandiosamente bueno que tenemos al frente, a nuestro lado, en nuestro día a día, los chicos siempre me habían dado una sonrisa, siempre habían estado para mí y yo para ellos, esto era una verdadera familia.

Me levanté de la cama, al verlos terminar con su divertida canción, abracé a Ed, y a Josh a la vez, con cuidado para no hacerlos dejar caer ese enorme y provocativo pastel que tenían frente a mi, luego abracé a

Petter y Jouliane, sonrientes seguían entonando aquella felicitación mientras no podía dejar de sonreír.
Poco minutos después, estábamos en la cocina, comiendo pastel y contando anécdotas.

-Gracias- dije de pronto, sentía que debía hacerlo, y aquella muestra de afecto hacía que creciera dicha urgencia.

-¿de que hablas?- dijo como es lógico en el Edward, comí otro trozo de pastel

-de todo- tragué el mismo, estaba cubierto de trozos de durazno, ¡Me fascina esa fruta! –me encantó este detalle, los quiero todos…. Hasta a ti Josh- reímos todos a carcajadas

-seh, yo igual- dijo de manera sarcástica, Katty corrió de pronto a la sala, todos mirábamos hacia la puerta preocupados, luego regresó emocionada con una cajita de regalo pequeña, me la dejaron en la mesa y animaron a abrirla.

Me sentí como una niñita en su octavo cumpleaños, aquel que suele ser con payasitos, pastel, amiguitos juegos y mas, estaba más que contenta, suspendida sobre el aire, buscando una de las nubes más altas de el cielo, exhorta, como pensando en algo sin saber porqué. Llevándolo a porcentajes, el 65 % de mi estaba convencida en mi alegría, y el otro estaba en un lugar que no sabría identificar.

¿Porqué sucede eso conmigo?

Tomé la caja entre mis manos, comencé a quitar la envoltura brillante de color celeste, y encontré una superficie dura, como la de los álbunes de fotografías antiguos. Cuando lo tuve por completo entre mis manos miré a mis acompañantes, luego lo abrí, ellos habían coleccionado todas las fotografías que yo hice para mi anuario de la secundaria, fotos de amigos, familiares, Ed, Petter y hasta de Josh cuando bebes, miles de circunstancias que nunca creí volver a ver. Mi madre, desfilando frente a mis ojos, encerrada en aquel tiempo y espacio, sonriendo para mi, para todos, recordándome hasta en las fotos como el tiempo es inmortal si tu lo deseas.

Seguí perpleja mirando las fotografías. Paseándome por las páginas de aquel álbum.

-Tenemos un par de meses preparándote esto- dijo Petter

-¡Si!, hasta el amargado de Edward ayudó- rió Jouliane

-¡Hey enanos!- se quejó Edward, todos rieron por aquello ultimo, también lo hice, sin embargo no podía dejar de mirar aquel pedacito de amor que me habían obsequiado.

El tiempo se hizo para mí algo indefinible: sentí como todo iba en fracciones de segundos, sin embargo yo podía observar todo detalladamente, es como cuando te sientes en cuenta regresiva, como si fuese la última vez que te sentirás así o verás a alguien.

Una página en específico se plantó frente a mí.

Lo encontré, aquel 45 % que me faltaba, allí, atormentándome de pronto perpetuado en una fotografía.

-Michael…- dije a mí misma, murmurando, apenas pronunciando como es debido su nombre. Por un momento sentí evaporarse a todos los chicos, como mi universo se iba en torno aquella nave pesquera que había utilizado su anzuelo, y había atrapado a mi mirada y atención.

-El nos regaló ese álbum.- oí decir de la dulce voz de Katty, aun no reaccionaba lo suficientemente como para hacerle saber que escuchaba sus explicaciones. –no nos quería dar una fotografía suya, insistimos tanto que accedió-

Levé mi vista

-¿a quién te refieres?- dije. Vi de pronto a Josh a mi lado, posó una de sus manos en mi cabeza, y la otra en mi mandíbula inferior, haciendo el gesto de cerrarme mi boca

-¡Deja de babearte niña!- aquello parecía más un reproche

-¡Duele!- me quejé y me soltó riendo a carcajadas. -¡Respóndeme Katty!-

-la pregunta es necia- resopló Edward recalcado su cabeza en su mano, entendí que se referían a Michael.

Moví mi cabeza hacia los lados, como queriendo desaparecer todos mis pensamientos y recuerdos, revolviendo aquellas sensaciones únicas, que volvían a mi y me herían cada vez mas.

Dejé el álbum de un lado, y suspiré, Jonathan me dio una palmada en la espalda.

-aun falta mi regalo- dijo, para luego dejar caer una página frente a mí. La leí, decía el nombre de su tienda de antigüedades, era un contrato… ¿a mi nombre?

-¿me regalas trabajo de cumpleaños?- cuestioné, el rió a carcajadas.

-Me dijiste que no continuarías con tu intento por encontrar trabajo en el sitio que te recomendé, así que me tomé la molestia de encontrarte algo en la tienda, allí harás lo que mas te gusta, podrás estará cargo de todas las fotografías y pinturas antiguas… ¿Qué te parece?-

Sonreí sin poderlo evitar, agradecí no se cuantas veces, corrimos, comimos pastel, vimos videos en la televisión, bailamos…¡Cantamos!. Un día verdaderamente agotador, fuimos hasta a el parque y sitios turísticos, agotadoramente emocionante. Los chicos por fin me demostraron lo bien que se encontraban, que los malos recuerdos y sensaciones estaban enterradas y que sus ilusiones y sonrisas revoloteaban en el ambiente.

Regresamos tarde a la casa, ellos se quedaron abajo en la sala mientras subí escaleras arriba con mi nuevo álbum de fotografías aferrado a mi cuerpo. Aquello era mi tesoro personal. Ronda brincó sobre mí, ¿la recuerdan?, es mi perra glotona, me dejó en el suelo, reí a carcajadas y la saludé

-¡Hey chica!, ¿Cómo estás?- le dije acariciando su cabeza y orejas suaves y peludas, movía su cabeza según la acariciara, la había olvidado todos estos días, prácticamente ella también cumplía años, el día en que me la regalaron era mi cumpleaños también. Me levanté de el suelo y abrí la puerta de mi habitación, dejé mi álbum sobre mi escritorio y suspiré yéndome a el baño. Tenía unas enormes ganas de ver a Michael, pero bueno, ya estaba atardeciendo, posiblemente no regresaría.

¿Contenta, triste o decepcionada?. No sabía como sentirme, creo que solamente estaba vacía. Después de lavar mi rostro, y coger una toalla para secarlo oí un leve ruido en mi cuarto, similar a de las ventanas cuando las abren, me asomé desde la puerta a mi habitación viendo solamente la ventana abierta, dejé la toalla a un lado y caminé hacia la misma, vi hacia afuera y no había absolutamente nada, sólo las cortinas danzando entre el aire de el atardecer.

Cerré la ventana y sumida en mis pensamientos me senté en la cama, mirando hacia los crepúsculos que se dejaban observar desde la ventana. Sentí otro aterrizaje a mis espaldas, sólo que este era más lento, planeaba aquel que pretendía sorprenderme no ser descubierto. Aspiré un delicioso olor a jazmín y en ese mismo instante en que quise saber quién era el invasor justo frente a mi, suspendidos en el aire estaban varios dijes provenientes de un collar. Estrellitas y corazones de plata eran sostenidos entre manos que pude identificar.



Con lentitud y mi corazón comenzando a acelerarse tomé el hermoso collar ente mis manos. Pude sentir una tibia respiración en mi cuello y un dulce e irresistible murmullo: “Feliz cumpleaños”. Los rizos de Michael rozaban con mis hombros y no sabía su voltearme o no. Opté por hacerlo, me encontré con sus enormes y hermosos ojos de azabache muy cerca de mí, una gran sonrisa iluminaba su rostro y yo sólo no se qué expresión tenía.

Estaba a su merced, en ese instante pudo haber hecho lo que quería conmigo, mi voluntad estaba por los suelos, estaba a sus pies.

-¿c-como entraste?- tartamudeé como una tonta, sonrió y miró hacia la ventana. Podía sentir su respiración, mi cuerpo tembló enorme y desesperadamente en cuanto lo noté. Cerré los ojos con fuerza, y me lancé a el suelo, recostándome de mi cama. ¿Qué estaba jugando conmigo?. Aun cuestionaba si estaba al tanto de mis reacciones por su culpa.

Abrí nuevamente mis ojos, y observé mis manos empuñadas, las separé contemplando una vez más las estrellitas y corazones que se presentaban a mi de manera de collar. Me quedé inmóvil, sólo observando detalladamente aquello que reposaba sobre mis manos, sintiendo su contorno con mis dedos, y mi corazón agitado.

Noté como sus mocasines se iban desde la cama hasta el suelo y se sentaba a mi lado.

-Gracias- musité, oí sus risitas

-¡¿De que te burlas?!- grité de pronto, alzando mi vista enojada

-creí que actuarías de otra manera al verme detrás de ti, en tu habitación, sobre tu cama- volvió a soltar otra carcajada

-esta te la paso- dije haciéndome la ofendida.

-si como digas…- se levantó de su lugar, parecía entusiasmado -¡Vamos!- me extendió la mano, invitándome a ir con el

-¿A dónde?- dije, un poco agradecida de haber logrado por fin dejar a raya los latidos desesperados de mi corazón.

-¿tengo que darte explicaciones para que vengas conmigo?- se acercó a mi tomando de mi mano el collar, luego, tomó mi mano y me impulsó hacia arriba, entendí con la expresión que me regaló después con sus ojos que pretendía ponerlo en mi cuello. Sentí un leve sonrojo en mis mejillas, me volteé y poco tiempo después sentí su mano apartar mi cabello y colocar el collar en su lugar.
Tomé la estrella más grande entre mis manos, noté que tenía algo escrito: “Ich liebe dich” sentí su grabado entre mis dedos, giré a mirarlo

-¿Qué significa?-

-ya te darás cuenta si llega su momento…. Espero- Me volvió a extender su brazo, accedí de inmediato y subiéndome en su espalda salió nuevamente por la ventana. Cerré mis ojos, dejándome dormir, estaba más que cómoda allí, sólo soñaba con que aquello jamás terminase.

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Hola chicas, quería agradecerles su lealtad!, amo cada uno de sus comentarios, muchas gracias por todo, las quiero a Liz, Sara, Tiffany, y a todas las otras que se ocupan de dejarme un comentario, además quería disculparme por mi tardanza (si se dan cuenta al principio, este capítulo debío estar acá el 27 de octubre e_e, bueno, aquí está, no es que este contenta con él, pero les prometo que el siguienté estará mejor!

¡Gracias nuevamente! :) si no es por ustedes, este rinconcito no existiría, espero que sigan volando junto a mí!







"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar" 

25 de octubre de 2010

Capítulo XII

Alien... I Need U Love; Capítulo 12


Me acerqué a el gentío, enojada, iba a refutar, sin embargo para mi sorpresa algo me detuvo: una voz femenina, una que creí escuchar en otro lugar, alcé una ceja, intenté identificarla. Era dulce, pero a la vez tenía ese tejo de mujer ejemplar, de esas que no son simplemente dóciles y fáciles, en su voz percibía enojo, decisión, convicción.

Logré identificarla, miré perpleja su andar fuerte, caminaba de manera enojada entre movimientos educados, agraciados y en replicar de sus tacones.

-¿Qué es todo esto Smith?- dijo, frente a él, frente a la tarima, frente a todos -¿Qué es esta ridiculez?- añadió, vistosamente decepcionada

-señorita Janet.- respondió el obeso sujeto –claro está que sólo estoy aquí por el bien de la ciudad-

-¿Bien de la ciudad?- ella rió de manera sarcástica –por Dios, esta ciudad debería cuidarse más de usted y de Vladimir que de mi misma o Jackson-

¿Vladimir?, pensé, ¿Dónde he oído antes ese nombre?, pude notar como el alcalde volvía a mostrar una expresión de pocos amigos, el mismo bajó de su ‘trono’ junto a un par de guarda espaldas quedando frente a ella, le murmuró algo al oído, ella se alejó con rostro de asco mirándolo a los ojos

-mi respuesta es no.- parecía ofendida

Pronto, entre los guardaespaldas y demás personas presentes, aparecía un sujeto de tez blanquecina, cabellos cortos y negros y mirada afilada, aunque irradiada ‘seguridad’ de sus ojos no sabría decir que es lo que no me convencía, su atuendo negro dejaba en el contexto toda su elegancia, habría que resaltar que sus atavíos me recordaban en cierto modo a Michael…. Eran un tanto… ¿Cómo decirlo?... no sé si anticuada sea la palabra, quizás… antiguos…

Se detuvo frente a quien había reconocido, o escuchado, era Janet (casualmente la misma mujer altanera que iba a ser mi jefa),  mirándola fijamente, mostrándose caballeroso y cauteloso frente a lo que parecía, era una mujer bastante importante y relevante en la ciudad

-tratamos solamente evitar problemas futuros en nuestra pequeña comunidad- dijo el recién aparecido, el alcalde parecía venir con él, o viceversa –problemas que no sólo serían sociales…- añadió

-¿pretenden entonces sacarlo de sus tierras?- cuestionó ella

¡No!, eso no pueden hacerlo.

-si eso es lo que podemos hacer…- comenzó a decir el

-¡No pueden!, esas tierras, desde el pequeño y pantanoso bosque que lo rodea y la colina sabemos muy bien todos…- ella hizo una seña con sus brazos suspendidos en el aire señalando a todos los presentes –que han pertenecido a los Jackson desde hace siglos…-

Todo iba de mal en peor, podía percibirlo

-señorita, aunque sea de esa misma sangre, no tiene potestad, usted vive en la ciudad como los demás seres humanos y normales, no actúa de manera indiferente a la sociedad y se encierra en un lugar que podría ser mucho peor que un cementerio- replicó el alcalde de la ciudad

-¡Todos iremos al fin y al cabo a un cementerio!...- replicó Janet

-de todos modos no puede detenernos….- dijo entonces el sujeto tenebroso que había aparecido –aunque se dejen llevar por ese sujeto- fue entonces cuando viró su vista hacia mí, exactamente hacia mí. Entre la distancia, aunque estuviese a mas de 20 metros, podría estar segura de que me miraba a mi –aunque ese sujeto les haya hecho creer otra cosa, lo sacaremos de allí, haremos lo que sea por sacarlo de esta ciudad.-

Fin de la sesión.

Debía avisarle a Michael.

Apreté mis puños, di media vuelta directo a la mansión de Michael, debía contarle todo lo que sucedía, lo que querían hacer. Nuevamente: estaba confundida, ¿Qué tenía que ver Michael con ellos?...¿con Janet?. Sumida en mis interrogantes sólo miraba hacia el frente, el frío no me importaba, sólo estaba decidida a vencer la nieve y llegar cuanto antes.

Por mi mente se cruzaba las palabras de Michael, su relato a cerca de ese chico sólo, incomprendido, aquel que sólo anhelaba alguien que lo entendiera, llevaba mis manos hacia mi rostro, los ojos de aquel sujeto no se iban de mi mente… me… asustaban.

-¿Vladimir?- volví a preguntarme, -¿Qué es lo que sucede con todo esto?- miré hacia el cielo, estaba ya mucho mas cerca de la mansión de Michael -¿Qué acaso no podre saberlo nunca?, una señal…. ¡necesito una señal!...-

Estaba frente a las rejas. Empujé la misma, y entré, caminando por los pasillos de aquel lugar, extrañada, ya que lo primero con lo que me encontraba al llegar allí era con la sonrisa entusiasmada de Michael. Toque dos veces la puerta antes de entrar, nadie hizo acto de aparición. Cerré el enorme portal haciendo eco en el lugar… Sólo pude sentir una fría brisa arroparme

-¿Michael?- dije, aun sin respuestas
Estaba en los pasillos de el lugar, mirando a mi alrededor, justo como aquel día en que me atreví a entrar… “Esta usted entre el tiempo y la realidad”. Aquel cartel de madera se volvía aparecer de pronto, bufé con una risita de incredulidad… ¿Mala idea?. La luz de pronto ‘cambió’, ya no era aquella luz de un día a punto de convertirse en noche, era una luz de renacer… como la que nos regala el cielo muy, muy temprano en la mañana… Caminé por el pasillo, sintiendo murmullos, murmullos de una voz dulce, luego pude escuchar cómo caía algo al suelo, parecía vidrio, se dispersaba…

Me detuve frente a una de las puertas, pude percibir, al intentar tocar el cerrojo, que había mas claridad, menos polvo… Entre abrí la puerta, noté a Michael, abrí los ojos mas de lo normal justo cuando lo localicé, el sentado frente a el órgano que tanto me encantaba observaba los vidrios dispersos de lo que parecía ser una cajita de música de cristal, hecha añicos, suspiró, percibía en su rostro un dejo de tristeza, lo veía más ‘joven’, triste, sus hermosos ojos estaban delineados por lagrimas advirtiendo su ansiedad por recorrer sus mejillas

-Michael…- murmuré, parecía no saber que yo estaba allí

-¡Perfecto!- esa voz gruesa, enojada, me sobresaltó. A mi lado, enojado, abriendo la puerta de par en par, pasando como si yo no estuviese allí entró un sujeto de tez morena, y ojos enfurecidos -¿Qué esta será tu actitud a partir de ahora?- añadió, Michael sólo lo miró a la cara, el al ver que Michael no le daba respuesta lo tomó de su camisa blanca de manera agresiva

-no soportaré mas, simplemente no puedo.- respondió en un hilo de voz Michael
Lo soltó y el calló a el suelo junto a los vidrios.

-eres un malagradecido, gracias a mi eres tu- volvió a soltar aquel hombre -¡Gracias a Joe Jackson eres quien eres!.... Michael Jackson,- Michael negó con la cabeza -Eres toda una calamidad, atraes desgracias a todos quienes se acercan en tí, no mereces ser quien eres....- quedé atónita, al igual que Michael abrí los ojos mas de lo normal.

El sujeto volvió a pasar junto a mí, enojado. Y otra vez sin percatarse de mi presencia… ¿Qué esta sucediendo?. Con pasos inseguros, caminé hacia adelante, acercándome cada vez a el, viéndolo observar los vidrios, tomándolos en sus manos, observándolos como si fuesen su alma reflejada y desquebrajada. Me agaché frente a él.

Fue entonces cuando lo percibí: no sabe que estoy allí.

-lo siento… siento todo esto- le susurré, sintiendo como su dolor también se reflejaba en mí.

Entro alguien mas.

-hermano… hermano…- viré a ver quien aparecía. Abrí los ojos mas de lo normal, no lo podía creer… aquella chica era… ¿Janet?. Miré al frente y ya Michael no estaba, todo estaba oscuro, ella salió de la habitación de inmediato, la seguí hasta el pasillo, pude ver como bajaba las escaleras y se encontraba con Michael justo al final de ellas, el venía entrando, con un rostro que demostraba decepción total, otro nudo mas en mi garganta.

-¡Michael!- dijo ella, el se detuvo frente a ella, cabiz bajo, sin embargo ella prosiguió con su exaltación -¡Papá se llevó a mamá!, a los chicos, hicieron caso a Vladimir- terminó

-¿y tú qué esperas?- fue lo que respondió Michael

-¿qué?.... ¡No puedo dejarte!... no lo haré jamás-  replicó Janet

-no hay razón de que estés aquí, quizás es cierto lo que dijo Joe… sólo atraigo calamidades, el mal a quienes me rodean…- dijo Michael, tocando su hombro.

“¿Qué haces aquí, Evelyn?”

Aquella, era la voz de Michael sin duda, pero esta vez estaba a mis espaldas, una extraña sensación llegó a mi estomago, me volteé casi instantáneamente encontrándome con Michael, viendo de pronto todo nuevamente lleno de polvo y mas oscuro

-aammm… estaba… buscándote…- dije, viéndolo allí frente a mi, siguió su camino, bajando las escaleras, logré contemplar que la escena que veía anteriormente había desaparecido.

-¿Qué viste?- cuestionó, al notar que lo seguía

-¿a que te refieres?- dije preguntando de igual manera

Rió un poco

-“Estas en el límite entre el tiempo y la realidad”- inquirió, noté que se comportaba de manera seria conmigo, eso me dejaba un tanto preocupada -¿para que me buscabas?-

-¿estás molesto?- cuestioné con una ceja alzada

-eso no fue lo que pregunte, no evadas mis preguntas- dijo nuevamente el, dándose media vuelta, estábamos en la sala principal, la brisa danzaba entre la atmosfera, las cortinas flotaban en el aire, y mis ojos estaban sobre los suyos

-¡Tu eres quien me evade!... ¡No sabía que te molestaría que viniese aquí!... si es eso… ¡Lo siento!, me iré de inmediato.- grité, enojada, preocupada…. Asustada…

-no es eso… Dios- se tomó la cabeza –lo siento, es todo mi culpa, es que….- suspiró –no es buena idea que estés cerca de mí-

-¿Qué tiene de malo?- repliqué. –no vine aquí para pelear por ello, sólo vine a decirte que estás en peligro… el alcalde con un tal Vladimir vienen detrás de ti, lo siento por preocuparme por usted…- terminé, cruzándome de brazos, virando mi vista de pronto.

Pude sentir como caminaba lentamente hasta donde yo estaba, quedando cerca de mí, buscando mi mirada, alcanzó mi mano, yo confundida lo observé por dicha acción, noté como la posaba sobre su rostro, y cerraba sus ojos. Mi corazón brincó de su lugar, podía sentir la perfección de su piel, su mejilla, su olor cerca de mí.

-no puedo dejar que nada te suceda, no está bien que estés cerca de mi, ¿Qué no lo entiendes?- abrió los ojos y los clavó en los míos –iba a llegar ese día al fin y al cabo-

Soltó mi mano, pude sentir como se suspendía en el aire, caía al vacío, yo caía a un agujero negro.

-¿te irás?- cuestioné

-si es necesario… puede ser- respondió

-¿y tu chica que?- dije -¿y si ella regresa a buscarte?... ¿y si ella te necesita?- mis ojos ardían, mi alma no podía creer lo que veía

-he renunciado a eso… Evelyn, nunca podré seguir cerca de ella, es imposible….- me dijo aun mirándome a los ojos

-¡Eres un cobarde!.- grité -¿Qué tan difícil puede ser irla a buscar?- me alejaba cada vez mas de el, -aunque… aunque esa chica no sea yo…. Te merece y…-

Abrí los ojos más de lo normal… ¿Qué era lo que acababa de decir? Intenté decir algo en mi defensa, pero ni yo misma sabía lo que sucedía, solo nos quedamos mirando, perplejos, abría mi boca intentando emitir sonido, no lo logré.

-shhh…- le oí decir –shhh…. No hay problema, ven, es hora de ir a casa.-

Me llevó a casa, prometiéndome llegar a el siguiente día, dejándome mas aterrada que nunca
“Volveré por ti pronto”. Esas palabras no eran la primera vez que se aparecían en mi vida, ¿Qué debía hacer?, ¿Creerle?. La casa estaba silenciosa, miré a la habitación de los chicos y los vi dormidos, a Josh también, sólo me recosté en mi cama, intentando conciliar el sueño... 






"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"

24 de octubre de 2010

Capítulo XI

Alien... I Need U Love; Capítulo 11

Los copos de nieve danzaban entre la helada atmosfera, brillaban con los pocos rayos de luz que quedaban, y eran mi única escapatoria ante aquel extraño silencio que apareció de pronto. Medité en aquel lapso corto de tiempo, en todo lo que había pasado, en mi inmadurez… Sumida en pensamientos me detuve de pronto, abriendo las manos, y dejando que aquellos inocentes copos de nieve se derritiesen en la tibieza de mi piel, aquellas gotitas de agua se escurrían por mis manos y desaparecían al caer a el suelo húmedo y fangoso, 
Michael, que había caminado unos pasos mas creo que se detuvo dándose la vuelta, permanecía en silencio, de lo único que tenía la certeza era que me observaba detenidamente.
Estaba bajo aquellos ojos, me analizaba como era de costumbre.

Sin embargo comencé a caminar nuevamente, intentando huir de algo que desconocía. Michael es como mi conciencia, al verlo a los ojos algo me decía que podía leer mis pensamientos, ver a través de mis ojos, angustias… Me dejaba atónita, comenzaba a intimidarme dicha circunstancia, mentir ante el era tan posible como que hubiese un glaciar en el desierto. Caminábamos en dirección a casa, pensé en intentar invitarlo a cenar, sin embargo algo no me dejaba abrir la boca en lo absoluto.

Todo lo sucedido me había dejado varias preguntas sin respuestas, no obstante, guardé silencio, revistiendo ya el presente, solamente observando mis pisadas marcadas en la nieve que llegaba a cubrir el suelo insistentemente, temerosas de desaparecer a causa de la fría y traviesa brisa que nos arropaba de vez en cuanto. Deambulaba a su lado.

Alcé mi vista, observando su rostro de perfil, su modo de vestir de pronto tan “común”, su silencio que se marcaba en el lugar con creyones transparentes que yo de una u otra forma podía palpar, de pronto, el mismo borró los trazos de aquel silencio, al ‘notar’ que lo observaba en secreto.

-Eres muy paranoica, tu temor ocasionado por lo de tu madre no  te deja ordenar como es debido todas tus ideas…-  dijo, con voz se corrección…si, lo pude percibir

-¿Me estás sermoneando?- repliqué con una mejilla inflada, parando mi andar, viéndolo imitarme después de dar dos pasos mas

-y… si fuese así…¿qué?- dijo, sin virarme a ver.

-diría que te lo ahorraras, no necesito ni sermones, ni lastima de nadie- respondí, de manera altanera.

-lo supuse- dijo riendo, como si fuese algo que era obvio –eres testaruda con todas las letras de la palabra-

-Ja…ja… y JÁ!- reí sarcásticamente, giró su vista al fin, una sonrisa de victoria iluminaba su rostro, parecía estar consiente de los involuntarios y acelerados pálpitos desesperados que ocasionaba en mi, parecía disfrutar eso.

-¿Te enojas porque intento darte un consejo?- cuestionó, viré mi vista de manera grosera, y me crucé de brazos

-¿Y el sobrenombre que?- dije enojada

-lo siento-

Su voz era como un rayito de luz solar, se deslizaba por todo el lugar, se apoderaba de cada rincón de mi cuerpo. Sin embargo no me conviene nada que se de cuenta de lo que produce en mi, aquello que no tiene nombre y que si desconozco, es mala idea que el sepa que existe. Sería demostrarle mi debilidad. Por ello, no respondí nada de nada. Ignorando aquel “Lo siento” que fue una frase que amé solo con el hecho de oir su bajito tono de voz.

¿Qué era lo que sucedía?

-sólo pretendía…- lo interrumpí justo cuando comenzó a hablar

-Mi padre, al irse de casa y desaparecer me dejó una carta que decía “volveré para ti”, tenía 3 años para ese entonces, y creí en esa promesa… Mi madre una tarde de otoño en mi primera enfermedad me prometió que nunca se iría sin despedirse, y mira lo que sucedió… en mis manos se ató una cuerda, el otro extremo lo tiene la vida… y en medio están mis hermanos…. ¿Qué sucede si yo desaparezco?- narré con voz media, intentando ocultar mis ojos, desahogando parte de mis temores.

Michael actuó de la manera que menos creí

-¡¿Y yo qué!?- dijo en un perfecto golpe de voz, me tomó con fuerza y a la vez con delicadeza de la mano y me impulsó consigo, caminando con paso firme y acelerado, espantando todos mis pensamientos, dejándome perpleja e indefensa una vez más frente a el

-¿Qué dijiste?-. Quise coordinar mis pensamientos, saber que aquello no era una alucinación, tasqueó en un murmullo y continuó con su camino

-Oíste perfectamente, debes pensar… organizarte… hay algo en ti que no está bien- seguía impulsándome, maniobrando mis movimientos.

-no es bueno huir o hacer como que no existen tus temores, eso te encerrará en una cárcel que jamás se irá… vamos Evelyn… ¡Aun tienes tiempo de lograrlo!- se detuvo, soltándome, dejándome frente a mi casa, esperando algo de mí que desconocía.

Es cuando me di cuenta: quería solamente salvarme de algo que conocía perfectamente… ¿Qué acaso 
Michael había pasado por lo mismo?. ¿Era eso lo que se escondía tras esa perfecta y hermosa mirada?, ¿a eso se referían los fugaces cambios de expresión que me dejaban un tejo de dolor y desesperación?

Michael tu… tu haz estado mucho más sólo que yo. No, no pude decirle lo que pensé, temía por su respuesta, temía por mí misma, por darme cuenta de lo ridícula que he sido últimamente.
Derramaba lágrimas en vano.

Nuevamente me había abierto los ojos ante una realidad que en cierto modo, no me gustaba en lo absoluto. El ser humano necesitaba aferrarse a algo… ¿Por qué me quería quitar aquello de lo que me aferraba?... 

¿Qué era mala idea?

El chico, recordé al chico que desapareció.

Sí, quizás era mala idea.

-¿Y Nicolás Flamel qué?- cuestioné, reaccionando de pronto

-deja de preocuparte de temas superfluos por ahora, para opinar sobre los demás, debes estar totalmente centrada en ti…. Deja de ver el sucio en el ojo ajeno en vez de ver la viga que tienes en el tuyo.-

Y…. Corte.

Desapareció.

Entré a casa, dejando lentamente mi bolsa en el sofá, sentándome en el mismo y dejando caer mi cuerpo sobre el, ¿en que debía pensar en realidad?. ¿Alguien me puede enseñar como se supone que piensas en ti?. 
Soy un mar de preguntas sin respuesta. Recordé de pronto a mis hermanos, la casa estaba muy silenciosa, y ellos debían estar allí… ¿Dónde estaban?. Subí escaleras arriba, oyendo murmullos, eran risitas de Katty y murmullos de los mayores; típicos de los hermanos mayores intentando callar a la traviesa hermana menor que les podría delatar.

Abrí la puerta de su habitación lentamente.

-¡Eve!- chillo aun entre risas la pequeña Katty, Petter y Jouliane voltearon de inmediato, escondiendo algo al quedar uno al lado del otro y con sus manos detrás de sus espaldas.

-¿Qué esconden?- interrogué riendo

-n-nada- dijeron a coro los tres

-¿seguro?- cuestione

-¡Nada Evelyn!- me volvieron a decir cual coral desafinada y graciosa.

-eso espero…- dije con una ceja alzada, mirándolos con determinación, esperando que no fuese nada malo. 

Suspiré.

-¿tienen hambre?- cuestioné, pensando en hacerles de paso algo de postre, hace tiempo que no consentía a mis pequeños mostritos.

-Nopes…. Tranqui Eve, ¡Josh dijo que traería Pizza dentro de unos minutos!- me respondió Petter, las chicas asintieron

-¿Qué es esa manera de hablar jovencito?- repliqué, ellos rieron

-la mía…. ¡La de todos los chicos jóvenes!- ahora quien reí fui yo

-No soy tan vieja como crees….. ¿Cómo es eso que Josh traerá Pizza?- dije, en ese instante tocaron la puerta de el cuarto y mi primo estaba allí presente.

-¡hay Pizza y pastel!- exclamó, los ojos de los chicos brillaron, y obviando mi presencia allí, corrieron escaleras abajo esquivándonos a Josh y a mí. El me miró, y yo a el por consecuencia

-¿qué?- dije

-Tranquila….- entró a el cuarto y subió sobre la cama todos los cojines que estaban regados por el suelo junto a juguetes y libros –yo me encargaré de ellos, ya te toca salir, despejarte tu… ¡No hay problema!... ya en la tienda de antigüedades acabó la temporada de inventario, así que llegaré mas temprano….-

Entendí que intentaba dejarme hacer mi espacio, me acerque a el y le dí un abrazo, agradeciéndole todo lo buen primo, más que eso, todo lo hermano que había sido conmigo desde el principio. Aceptó mi abrazo para mi asombro

-eres muy terca- rió –y te haces la fuerte… eso es malo a veces, y no me gusta ver eso en mi hermana menor- si… así me decía desde que éramos niños, pude sentir que también le importaba a el, tanto como a mis hermanos… Tanto como a Michael… ¿Qué era a eso a lo que se refería?.

-ve, haz fotografías, lee, vive la vida… Olvida lo que te agobia- me soltó y se restableció

-¡Y No olvides que cuentas conmigo pequeña!- me tomó la cabeza como lo hace un padre a una hija… Ok, ya estaba haciendo algo que no hacía desde hace tiempo: meterse con mi baja estatura. Alcé una ceja, y como acostumbraba, golpeé su estómago y salí de  allí riendo a carcajadas. Me sentí por unos segundos como aquella niña que corría por los pasillos peleando y haciendo travesuras con Jonathan.
Tomé mi sweater otra vez, viendo a los chicos peleándose por trozos de pizza y riendo a carcajadas. Llegué cerca en donde se encontraban, les di un beso a cada uno y me despedí tomando un trozo de pizza.

-¡Dejo a cargo a Josh!.- dije, todos gritaron afirmativamente y comenzaron su alboroto otra vez.

Ya afuera, sola, comencé a caminar y caminar, logré llegar a la ciudad, viéndola detenidamente, dejándome caer sobre uno de los sillones de la plaza... Contemplando el color grisáceo y natural de aquel cielo y como las calles eran tan oscuras a esas horas de la tarde. No había sol. Suspiré y haciendo un cuadro con mis dedos índice y pulgar de ambas manos, comencé a mirar todo mi entorno a través de ellos. La iglesia, plaza vacía, el sillón vació y oxidado de la plaza frente a mí, eran sitios esplendidos para tomar una fotografía.

Rayos, había dejado la cámara quien sabe en donde.

Enojada, me apoyé con ambas manos en el sillón y movía mis pies, adelante y hacia atrás, dejándolos flotar en el aire, desde debajo de el sillón hacia afuera. Rozando con el granito humedo de el suelo, despejando de esa manera mi mente. Llegó a mi una única verdad: quizás la fotografía no era lo mío. Nunca había sido capaz de mantener como es debido una cámara y no creo que eso cambiase, yo mas que nada sabía lo importante que era una cámara para un fotógrafo, eso era como su misma comida o algo así. ¿Cómo es que mi mente se preocupó por cosas diferentes?. ¿Cómo es que mi mente sólo se centraba en mis hermanos, lagrimas…. Michael?. Volví a suspirar.

-debo hablar con… con…- dije recordando a la mujer que quizás me daría trabajo, me di cuenta de que desconocía su nombre, maldije entre dientes, ¿Cómo es que yo era tan condenadamente distraída? –bueno, como sea que se llame, debo decirle que no le entregaré nada- ni aunque lo intentase, lo lograría, ya quedaban para ese plazo solo unos 5 días… Me levanté con decisión, concentrada en mis disculpas y en mi nueva solución, no era justo dejar los gastos de la casa a Jonathan, y no pretendía depender de la tía Ruth, no, de ella menos que nadie.

Mi petulancia quizás era lo que salía a flor de piel.

Caminé con paso firme y apresurado por la acera, hasta que logré ver un túmulo de gente, sin entender muy bien que era lo que sucedía me detuve, noté entonces que estaba frente a él “auditorio” de la alcaldía de la ciudad, aparte de el montón de gente había una tarima: constaba de un podio de madera perfectamente pulida, detrás de todo el escudo de el pueblo y dos enormes cornetas que de seguro, serian las responsables de dejar a los cuatro vientos las fanfarronadas de quien intuía iba a estar presente allí.
Pronto subió a quien más aborrecía en esos instantes: el hipócrita alcalde de la ciudad.

-estamos reunidos aquí, para resolver el mayor problema de todos- dijo sin siquiera saludar mientras todos lo aplaudían sin cesar –Debemos encargarnos de el “Maestro” o mejor dicho, de Michael Jackson, el mayor de los problemas de esta ciudad- terminó, y yo no lo podía creer

¿Qué es lo que quería insinuar?.



"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar" 

21 de octubre de 2010

Capítulo X

Alien... I Need U Love; Capítulo 10


La vida es un cauce por el cual siempre circulan malas circunstancias, que se reflejan quizás en contextos que no siempre son muy agradables. En los segundos en que intenté coordinar mis ideas, pasaron frente a mí, miles de imágenes: como si el final de algo se me viniese encima, sentía que estaba perdida, que la arena del reloj del tiempo de mi vida se escurría por mis dedos, y que yo no podía hacer nada para evitarlo.

Los segundos se habían convertido otra vez en mis enemigos, mientras que mis neuronas no lograban circular como es debido por mi medula espinal. Ya era algo que era normal; estaba aterrorizada, el miedo consumía cada poro de mi piel, haciéndose ver con cada escalofrío que salía, después de que se erizara por completo. Di un paso hacia atrás, creo que dejé caer algo en cuanto reaccioné. Algo que llamó la atención de mi acompañante, que dejó de mirar las fotos que yacían en la sala, y me intentó localizar con una mirada ansiosa y preocupada.

¿Cómo lo lograba?. Percibía cada una de mis reacciones, parecía oler la adrenalina en mí, mis miedos, mis temores

-Evelyn….- murmuró. Yo sólo buscaba en el largo pasillo, la maldita mesa en que había dejado mi bolso, para poder salír a ver que era lo que sucedía.

Cuando la tuve por fin en mis manos, alcé mi vista, encontrándome con él. Me miraba con preocupación, extendió su mano haciéndome un ademán para que fuese con él.

No dijo palabra alguna, sólo me recostó en su inexplicable espalda y en pocos segundos estábamos a metros de la ciudad. Luego, con ternura me bajó y tomó de la mano nuevamente, llevándome hacia lo que asumo, era el hospital.

Yo me dejaba llevar por su fuerza, no veía a mi alrededor, solo seguía su aura, su olor, cual perrito arrepentido y enfermo. ¿Cómo es que me volví en lo que soy ahora?. Mi fuerza se comenzaba a disipar con el pasar de los minutos, no logro actuar con ninguna prudencia ni tranquilidad. Ya no puedo coordinar, ni pensar bien las cosas como lo hacía antes, algo me ofusca, pero, no logro entender que rayos es.

-todo va a estar bien- rompió aquel molesto silencio, deteniéndose frente a la gran puerta de el hospital –nada malo va a suceder- me sonrió, luego acarició mi mejilla, creo que analizando nuevamente cada rasgo de mi rostro, que estoy segura, estaba horrible.

Nos adentramos en el lugar, ahora era yo quien estaba adelante, tomando de la mano he impulsándolo hacia el lugar de la recepción. Apretó mi mano cuando identificamos a la secretaria, y eso pareció inyectarme fuerza de voluntad, aspiré una bocanada de aire, e intenté seguir firme, sea lo que sea, no dejaré que me gane.

-buenos días, busco a Edward Moore- dije al mismo segundo en que llegué

-un momento- dijo, nunca había sentido que alguien había tardado tanto. Se que es un arduo trabajo estar allí, pero ninguno de los que estábamos allí éramos eternos, con suerte, me diría lo que le pedí dentro de un siglo

-creo que fue mala idea que yo viniese aquí.- oí de Michael. Antes de escuchar una voz que me pareció en esos instantes la mas esperada salvación que he pedido en mi vida

-¿¡que haces aquí Evelyn!?- cuando busqué desesperada al responsable de dicho lamento sentí como todo se detuvo. El miedo se fue cuando lo vi de frente, con una bata de medico y su tan natural cara de fastidio.

-¡EDWARD!- exhalé, el se acercó a mí a taparme la boca después de semejante grito. Si, ahora no estaba horrorizada, no… estaba completamente furiosa. ¿Qué clase de broma era esa?, me quité con bastante rabia y determinación la mano de él sobre mi boca, mirándolo con furia pero a la vez con un aire de alivio.

-¿me puedes explicar que es lo que sucede?- dije, con voz dura.

-No es más que un rollo estúpido sólo por que encontré a un chico y le apliqué primeros auxilios y lo traje aquí sin autorización, llamaron a un representante, llamé a Josh por ello, pero dijeron que tenía que ser mi tutor y no sé qué fanfarronadas mas- dijo, fue entonces cuando recordé a mi primito. ¡Si lo hubiese tenido en frente, su trasero hubiese desaparecido!.

-¿Josh?... ¿¡En donde está!?- respondí de igual manera, enojadísima

-Esta por allá, pero baja la voz ¿quieres?... todo mundo nos observa.- ¡Já!.

Era lo que menos me interesaba, seguí con la mirada la dirección que Ed me indicaba, choqué miradas con Josh y el se levantó de inmediato de su asiento

-¡Acá estas Eve!- dijo, justo cuando llegó cerca de mí lo intenté asesinar con mis ojos. Rió nervioso

-No fue divertido Josh- dije, de manera sarcástica

-No te quejes, ni siquiera me dejaste terminar de hablar, colgaste de inmediato- replicó

-POR DIOS!... ¿Qué querías que pensara?... ¿acaso a ti te dicen ‘urgencia’ y ‘hospital’ en una misma oración y tu piensas en juego de canicas?- exploté

-ya.. tranquila, por lo menos fue esto y no algo peor- Michael me intentó tranquilizar diciéndome eso al oído. Un escalofrío me invadió al sentir su delicada respiración en mi cuello. Exhalé nuevamente una gran cantidad de oxigeno y con ambas manos en la cintura lo pensé mejor

-esta bien, ya estoy aquí- dije al fín -¿Qué rayos quieren?- añadí

-parece que esta vez viniste perfectamente acompañada- Jonathan volvía a adoptar ese tono extraño, entendí que se refería a Michael de inmediato.

Cuando lo miré, estaba viendo a Michael a los ojos, con cara de no muy buenos amigos, me volteé para quedar de frente a Michael y pedirle disculpas por las locuras de mi primito, pero noté que hacía algo parecido, sólo que con mas clase. Me mordí el labio, varias carcajadas estuvieron a punto de escapárseme.

-¿y ustedes qué?- dije, el ambiente era tenso, pero no dejaba de ser gracioso para mí

-tengo cosas que hacer, si me disculpan- apartó su mirada con un toque de agresividad

-no hay ni el mas mínimo problema en que regrese a sus labores, suerte- dijo
Michael, su dulce voz parecía enojada, algo que en vez de incomodarme, me dejó boqui abierta. Parecía que el choque de sus miradas iba a sacar chispas, como en los animes japoneses. Josh pronto desapareció entre la gente. Yo viré mi vista hacia Michael y el solo se encogió en hombros.
El médico residente estaba en la habitación en que Ed había instalado al chico. Una enfermera nos llevó hacía allí

-Que acto de irrespeto se a atrevido a mostrar el chico, merece ser expulsado.- decía mientras caminábamos por los extensos pasillos de aquel lugar. Ed parecía que dentro de poco iba a detonar, mientras Michael parecía estar nervioso, miraba hacia los lados, y hacía lo posible por no tropezarse con la gente.

Efectivamente, un niño estaba en una camilla de hospital entubado con los ojitos llorosos y cerrados, cuando llegué cerca del mismo, no pude evitar impresionarme. Era el mismo niño de la noche anterior. Crucé vistas con

Michael, después de semejante descubrimiento. El medico residente no pasaba de unos 40 o 50 años de edad. Era de tez morena y con cabello castaño oscuro, sus ojos irradiaban sinceridad, miraba fijamente a Edward, como esperando algo de él.

-se encontraba desmayado en la acera, detecté problemas en la respiración ya que el chico al parecer padecía de asma. El frío que hace afuera no lo ayudó mucho, y además había hemorragia interna, poco a poco, comenzaba a llenar sus pulmones, era una urgencia, por ello lo entube en cuanto llegué y lo traje aquí- Edward había hasta preparado una historia clínica, se la dio al medico

-¿Qué justificación me darías para hacer algo así?- dijo este recibiendo lo que mi hermano le dio

-no me graduaré hasta dentro de un tiempo, sin embargo, tengo un compromiso con los enfermos, por algo me convertí en estudiante de medicina- dijo, mirando al médico con ojos de determinación

-muy buena respuesta hijo, vamos, regresa a tus deberes- todos quedamos boqui abiertos. ¿Qué, qué?.

-¿Qué quiere decir?- dijo Ed

-lo que oyó, srta. Evelyn, la felicito, no ha dejado que este chico se derrumbe- el médico luego de hablar conmigo miró a Michael, sonrió de manera extraña y siguió su camino. Todos salimos a seguirle

-No olvides darle el historial médico a la doctora residente, la que se quedará esta tarde, y decirle todo acerca del niño, tranquilo, todo correrá por mis gastos- fin del asunto, ya Ed estaba preparado para irse a la universidad, y yo junto a Michael en la plaza, de vuelta a casa.

-actúas extraño- le dije, antes de volver a ser interrumpida. Un grupo de policías estaban custodiando a un sujeto que reconocí de inmediato. Era el alcalde de la ciudad. Un sujeto con varios años encima, piel blanca, ojos oscuros, y cabello canoso, con unos enormes anteojos que lo hacían ver ridículo. Aunque los mismos fuesen enormes, no ocultaban sus ojos engañosos, propios de alguien que sólo se interesa en sí mismo

-“El maestro”…. Nuevamente en donde no lo llaman- dijo al estar frente a nosotros. Michael no respondió, y esta mas que obvio que yo no entendí nada de nada.

-¿acorralando a señoritas inocentes?- volvió a cuestionar. Michael me miró de reojo, me dio un leve empujón

-apenas la conozco, no se quien es… no me mezcles en cosas a las que no estoy atado o interesado- dijo Michael, mostrándose despreocupado, haciendo como si yo ni siquiera estuviese con él.
Eso me dejó impresionada, pero las pocas veces en que me miró a los ojos me transmitió seguridad

-eso que él dice… ¿es cierto señorita?- me preguntó aquel sujeto, que aunque no conocía, ya comenzaba a caerme muy mal.

-emm… s-si!... me tropecé con él…- me restablecí, e hice como que iba del lado contrario. Comencé a caminar en dirección a mi casa, no se porque razón en vez de darle vueltas al asunto, a mi sólo se me vino a la mente aquel libro de Josh que había visto en la mañana, de verdad que estaba actuando extraño.

¡Ja!, todos los chicos que estaban a mi alrededor actuaban de manera extraña: Josh, Ed, Michael…. Alcé mi vista, para darme cuenta que ya comenzaba a nevar, deseé con muchas ganas el estar en el interior de aquella hermosa mansión. Aun tenía michas preguntas, y algo me decía que las respuestas estaban allá.

Reconozco que desde que llegué, he estado huyendo de lagrimas saladas y oscuras penas aborrezco, que me quieren arrastrar a un abismo del que debo escapar a como de lugar. No he llorado por la muerte de mi madre…. ¿esa será la razón?...

No me permití llorar, no, no debo. Los chicos necesitan a alguien fuerte, alguien que les alumbre el camino y que no les deje que inyectar fuerza de voluntad. No importa lo que me suceda, quienes de verdad importan son ellos.

Cuando pensé en eso, mi corazón se contrajo, recordé a Michael y sentí como mis mejillas ardían.

Posé mi mano sobre mi pecho. Palpitaba con un enloquecido ritmo solo al recordar como me siento cuando vuela y me lleva consigo. El sólo pensar en que me protege.

-¿Nicolas Flamel?- dije intentando olvidar a Michael, era cierto, no se quien es… aunque en alguna de mis lecturas sobre Praga, recuerdo haberle leído

-El alquimista, si… aquel que encontró la piedra filosofal gracias a un sueño que tuvo con un ángel- dije, en el largo camino, pude divisar un enorme pino, que me invitaba a sentarme en su tronco, me senté entre la nieve, aferrada a mi viejo sweter, mientras veía varios copos de nieve caer.

-la piedra filosofal, también llamada ‘elixir rojo’ o ‘tintura de rojo’ es una especie de polvo rojizo o de igual manera líquido que se encuentra después de que varios materiales fuesen sometidos a complicados procesos químicos que puede transmutar cualquier material en oro. Se le atribuyen también propiedades curativas a cualquier enfermedad, y la vida eterna a quien la ingiera…- cuando viré mi vista, encontré a Michael nuevamente, ¿Qué era ahora un fantasma?.

-Evelyn… ¿crees en la piedra filosofal?-

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Gracias nuevamente, ¡Bienvenida a la nueva lectora!, sus comentarios me hacen muy felíz, espero que les guste este capítulo y puedan comentar. ¡Gracias a ustedes esta locura continúa!
Las quieroooo!!! Y bueno, ahora es que comienza lo bueno, comenzamos a entrar en la parte que 'me gusta' de esta historia XDDD




"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"