27 de octubre….
Mis ojos cerrados, las almohadas en mi cabeza, entre sabanas color durazno intentaba esconderme de el sol. Me sentía como la vaga mas grande de el planeta, sin embargo podía soportarlo, sólo necesitaba “cinco minutitos mas”. Fue un deseo imposible: sentí un fuerte golpe sobre la cama, justo a mi lado, ese tipo de aterrizaje en ella era inconfundible, el pequeño bulto se fue debajo de las sábanas y salió entre mi espalda para comenzar a brincar sobre mí
-¡Eveeeeee!- gritaba Katty, como jamás lo había hecho, esa niña parecía tener pulmones de acero, me cubrí mas mi rostro con las sábanas, y la sentí quitarme las cobijas y demases de encima
-¡Vamos!, ¡¡hoy es el graaaaaaaaaaaaaaaaaaaan día!!- gritaba y gritaba, haciendo un énfasis preciso que hacía crecer la palabra ‘gran’, mientras yo me quejaba intentando buscar calor en mi cama sin mis sábanas encima
-¿a que te refieres?- bostecé rendida, había logrado su objetivo, por consecuente, estaba despierta sin probabilidades de volverme a dormir.
-¡a lo más lindo hermana! ¡Te quiero!- brinco y me abrazó, un abrazo fuerte, yo aún estaba perpleja sin entender muy bien lo sucedido, luego se abrió la puerta de par en par, y Jouliane, Petter, Josh y hasta el mismísimo Edward estaban en pijamas con un pastel cantándome el felíz cumpleaños.
Mi corazón se contrajo de felicidad, no podía creer lo que sucedía. ¿Cumpleaños?, pero si lo había olvidado por completo. Era algo ridículo pero había sucedido, y es que siempre comenzamos a sólo darnos cuenta de lo malo antes que de lo hermosa y grandiosamente bueno que tenemos al frente, a nuestro lado, en nuestro día a día, los chicos siempre me habían dado una sonrisa, siempre habían estado para mí y yo para ellos, esto era una verdadera familia.
Me levanté de la cama, al verlos terminar con su divertida canción, abracé a Ed, y a Josh a la vez, con cuidado para no hacerlos dejar caer ese enorme y provocativo pastel que tenían frente a mi, luego abracé a
Petter y Jouliane, sonrientes seguían entonando aquella felicitación mientras no podía dejar de sonreír.
Poco minutos después, estábamos en la cocina, comiendo pastel y contando anécdotas.
-Gracias- dije de pronto, sentía que debía hacerlo, y aquella muestra de afecto hacía que creciera dicha urgencia.
-¿de que hablas?- dijo como es lógico en el Edward, comí otro trozo de pastel
-de todo- tragué el mismo, estaba cubierto de trozos de durazno, ¡Me fascina esa fruta! –me encantó este detalle, los quiero todos…. Hasta a ti Josh- reímos todos a carcajadas
-seh, yo igual- dijo de manera sarcástica, Katty corrió de pronto a la sala, todos mirábamos hacia la puerta preocupados, luego regresó emocionada con una cajita de regalo pequeña, me la dejaron en la mesa y animaron a abrirla.
Me sentí como una niñita en su octavo cumpleaños, aquel que suele ser con payasitos, pastel, amiguitos juegos y mas, estaba más que contenta, suspendida sobre el aire, buscando una de las nubes más altas de el cielo, exhorta, como pensando en algo sin saber porqué. Llevándolo a porcentajes, el 65 % de mi estaba convencida en mi alegría, y el otro estaba en un lugar que no sabría identificar.
¿Porqué sucede eso conmigo?
Tomé la caja entre mis manos, comencé a quitar la envoltura brillante de color celeste, y encontré una superficie dura, como la de los álbunes de fotografías antiguos. Cuando lo tuve por completo entre mis manos miré a mis acompañantes, luego lo abrí, ellos habían coleccionado todas las fotografías que yo hice para mi anuario de la secundaria, fotos de amigos, familiares, Ed, Petter y hasta de Josh cuando bebes, miles de circunstancias que nunca creí volver a ver. Mi madre, desfilando frente a mis ojos, encerrada en aquel tiempo y espacio, sonriendo para mi, para todos, recordándome hasta en las fotos como el tiempo es inmortal si tu lo deseas.
Seguí perpleja mirando las fotografías. Paseándome por las páginas de aquel álbum.
-Tenemos un par de meses preparándote esto- dijo Petter
-¡Si!, hasta el amargado de Edward ayudó- rió Jouliane
-¡Hey enanos!- se quejó Edward, todos rieron por aquello ultimo, también lo hice, sin embargo no podía dejar de mirar aquel pedacito de amor que me habían obsequiado.
El tiempo se hizo para mí algo indefinible: sentí como todo iba en fracciones de segundos, sin embargo yo podía observar todo detalladamente, es como cuando te sientes en cuenta regresiva, como si fuese la última vez que te sentirás así o verás a alguien.
Una página en específico se plantó frente a mí.
Lo encontré, aquel 45 % que me faltaba, allí, atormentándome de pronto perpetuado en una fotografía.
-Michael…- dije a mí misma, murmurando, apenas pronunciando como es debido su nombre. Por un momento sentí evaporarse a todos los chicos, como mi universo se iba en torno aquella nave pesquera que había utilizado su anzuelo, y había atrapado a mi mirada y atención.
-El nos regaló ese álbum.- oí decir de la dulce voz de Katty, aun no reaccionaba lo suficientemente como para hacerle saber que escuchaba sus explicaciones. –no nos quería dar una fotografía suya, insistimos tanto que accedió-
Levé mi vista
-¿a quién te refieres?- dije. Vi de pronto a Josh a mi lado, posó una de sus manos en mi cabeza, y la otra en mi mandíbula inferior, haciendo el gesto de cerrarme mi boca
-¡Deja de babearte niña!- aquello parecía más un reproche
-¡Duele!- me quejé y me soltó riendo a carcajadas. -¡Respóndeme Katty!-
-la pregunta es necia- resopló Edward recalcado su cabeza en su mano, entendí que se referían a Michael.
Moví mi cabeza hacia los lados, como queriendo desaparecer todos mis pensamientos y recuerdos, revolviendo aquellas sensaciones únicas, que volvían a mi y me herían cada vez mas.
Dejé el álbum de un lado, y suspiré, Jonathan me dio una palmada en la espalda.
-aun falta mi regalo- dijo, para luego dejar caer una página frente a mí. La leí, decía el nombre de su tienda de antigüedades, era un contrato… ¿a mi nombre?
-¿me regalas trabajo de cumpleaños?- cuestioné, el rió a carcajadas.
-Me dijiste que no continuarías con tu intento por encontrar trabajo en el sitio que te recomendé, así que me tomé la molestia de encontrarte algo en la tienda, allí harás lo que mas te gusta, podrás estará cargo de todas las fotografías y pinturas antiguas… ¿Qué te parece?-
Sonreí sin poderlo evitar, agradecí no se cuantas veces, corrimos, comimos pastel, vimos videos en la televisión, bailamos…¡Cantamos!. Un día verdaderamente agotador, fuimos hasta a el parque y sitios turísticos, agotadoramente emocionante. Los chicos por fin me demostraron lo bien que se encontraban, que los malos recuerdos y sensaciones estaban enterradas y que sus ilusiones y sonrisas revoloteaban en el ambiente.
Regresamos tarde a la casa, ellos se quedaron abajo en la sala mientras subí escaleras arriba con mi nuevo álbum de fotografías aferrado a mi cuerpo. Aquello era mi tesoro personal. Ronda brincó sobre mí, ¿la recuerdan?, es mi perra glotona, me dejó en el suelo, reí a carcajadas y la saludé
-¡Hey chica!, ¿Cómo estás?- le dije acariciando su cabeza y orejas suaves y peludas, movía su cabeza según la acariciara, la había olvidado todos estos días, prácticamente ella también cumplía años, el día en que me la regalaron era mi cumpleaños también. Me levanté de el suelo y abrí la puerta de mi habitación, dejé mi álbum sobre mi escritorio y suspiré yéndome a el baño. Tenía unas enormes ganas de ver a Michael, pero bueno, ya estaba atardeciendo, posiblemente no regresaría.
¿Contenta, triste o decepcionada?. No sabía como sentirme, creo que solamente estaba vacía. Después de lavar mi rostro, y coger una toalla para secarlo oí un leve ruido en mi cuarto, similar a de las ventanas cuando las abren, me asomé desde la puerta a mi habitación viendo solamente la ventana abierta, dejé la toalla a un lado y caminé hacia la misma, vi hacia afuera y no había absolutamente nada, sólo las cortinas danzando entre el aire de el atardecer.
Cerré la ventana y sumida en mis pensamientos me senté en la cama, mirando hacia los crepúsculos que se dejaban observar desde la ventana. Sentí otro aterrizaje a mis espaldas, sólo que este era más lento, planeaba aquel que pretendía sorprenderme no ser descubierto. Aspiré un delicioso olor a jazmín y en ese mismo instante en que quise saber quién era el invasor justo frente a mi, suspendidos en el aire estaban varios dijes provenientes de un collar. Estrellitas y corazones de plata eran sostenidos entre manos que pude identificar.
Con lentitud y mi corazón comenzando a acelerarse tomé el hermoso collar ente mis manos. Pude sentir una tibia respiración en mi cuello y un dulce e irresistible murmullo: “Feliz cumpleaños”. Los rizos de Michael rozaban con mis hombros y no sabía su voltearme o no. Opté por hacerlo, me encontré con sus enormes y hermosos ojos de azabache muy cerca de mí, una gran sonrisa iluminaba su rostro y yo sólo no se qué expresión tenía.
Estaba a su merced, en ese instante pudo haber hecho lo que quería conmigo, mi voluntad estaba por los suelos, estaba a sus pies.
-¿c-como entraste?- tartamudeé como una tonta, sonrió y miró hacia la ventana. Podía sentir su respiración, mi cuerpo tembló enorme y desesperadamente en cuanto lo noté. Cerré los ojos con fuerza, y me lancé a el suelo, recostándome de mi cama. ¿Qué estaba jugando conmigo?. Aun cuestionaba si estaba al tanto de mis reacciones por su culpa.
Abrí nuevamente mis ojos, y observé mis manos empuñadas, las separé contemplando una vez más las estrellitas y corazones que se presentaban a mi de manera de collar. Me quedé inmóvil, sólo observando detalladamente aquello que reposaba sobre mis manos, sintiendo su contorno con mis dedos, y mi corazón agitado.
Noté como sus mocasines se iban desde la cama hasta el suelo y se sentaba a mi lado.
-Gracias- musité, oí sus risitas
-¡¿De que te burlas?!- grité de pronto, alzando mi vista enojada
-creí que actuarías de otra manera al verme detrás de ti, en tu habitación, sobre tu cama- volvió a soltar otra carcajada
-esta te la paso- dije haciéndome la ofendida.
-si como digas…- se levantó de su lugar, parecía entusiasmado -¡Vamos!- me extendió la mano, invitándome a ir con el
-¿A dónde?- dije, un poco agradecida de haber logrado por fin dejar a raya los latidos desesperados de mi corazón.
-¿tengo que darte explicaciones para que vengas conmigo?- se acercó a mi tomando de mi mano el collar, luego, tomó mi mano y me impulsó hacia arriba, entendí con la expresión que me regaló después con sus ojos que pretendía ponerlo en mi cuello. Sentí un leve sonrojo en mis mejillas, me volteé y poco tiempo después sentí su mano apartar mi cabello y colocar el collar en su lugar.
Tomé la estrella más grande entre mis manos, noté que tenía algo escrito: “Ich liebe dich” sentí su grabado entre mis dedos, giré a mirarlo
-¿Qué significa?-
-ya te darás cuenta si llega su momento…. Espero- Me volvió a extender su brazo, accedí de inmediato y subiéndome en su espalda salió nuevamente por la ventana. Cerré mis ojos, dejándome dormir, estaba más que cómoda allí, sólo soñaba con que aquello jamás terminase.
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Hola chicas, quería agradecerles su lealtad!, amo cada uno de sus comentarios, muchas gracias por todo, las quiero a Liz, Sara, Tiffany, y a todas las otras que se ocupan de dejarme un comentario, además quería disculparme por mi tardanza (si se dan cuenta al principio, este capítulo debío estar acá el 27 de octubre e_e, bueno, aquí está, no es que este contenta con él, pero les prometo que el siguienté estará mejor!
¡Gracias nuevamente! :) si no es por ustedes, este rinconcito no existiría, espero que sigan volando junto a mí!
"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"