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29 de diciembre de 2010

Capítulo XXVI

Hola chicas!, me disculpo de antemano, este capi no salió como lo quería, pero bueno, alguien por ahí quiere leer YA mismo.... Otra cosilla, este es uno de los capis finales. después de este sólo nos quedan dos. Así que en los siguientes me esforzaré un poco más. Gracias por todo!, gracias por leerme, las quiero mucho... En el siguiente capi, habrán cosas mas claras :)


Alien... I Need U Love; Capítulo 26
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Sentía que pronto saldría dando saltitos como alguna de las princesas de Disney. ¿Cuál era la razón?, una muy sencilla: estaba feliz, era el día más feliz de mi vida. Me dí una ducha, y con una bata que encontré en el baño, salí a husmear en las gavetas que Michael me había señalado, había vestidos ligeros de todos los colores que podemos imaginar, además de distintas prendas de ropa. Quedé completamente perpleja, ¿Cómo es que tanta ropa cabía en tan poco espacio?.

Tomé uno de los vestidos de color durazno, no era ni tan corto ni tan largo, de mangas sutiles y abiertas, que me daban un toque un poco más juvenil. Dejé mi cabello suelto, y me vi en uno de los espejos de la habitación. Me sentí demasiado extraña, jamás en mi vida me había visto en un espejo con esperanzas de verme bien. Sin embargo, me sentí especial, Michael me hacía sentir especial…. Aunque fuese una ilusión, me hacía sentir; bonita.

Con todas mis ilusiones y sensaciones apiladas marcando una sonrisa en mis labios, salí de la habitación, mirando hacia mis lados mientras cerraba la puerta detrás de mí, quizás encontraría a alguien conocido, pero todo estaba silencioso, quizás ya estaban abajo. Suspiré comenzando a caminar, me percaté entonces que no llevaba zapatos, ¡Cielos!, la verdad no se que estaba pensando. Me detuve aun a mitad del pasillo mirando mis pies descalzos, tratando de ingeniar un plan, algo que fue imposible si resalto que perdí en suelo literalmente, alcé mi vista cuando sentí los fuertes brazos de Michael levantarme del suelo. Me trasladó hasta una de las mesitas de adorno que estaba justo a un lado de la entrada de mi habitación, sentándome allí, acercándose a mi rostro

-¿Qué estás haciendo?- me quejé entre risas, me sentí un poco alta al verlo allí, tomando mis manos, a mis pies

-admirarte detenidamente- dijo mirándome con ternura –uh, y dándome cuenta que no compré zapatos… aguantar a Janet no fue suficiente después de todo, acabé olvidando algo de todos modos.- reímos de manera divertida por un tiempo, hasta que me besó y apegó a su cuerpo, volviéndome a cargar

-heeey, puedo caminar yo sola- ya era demasiado tarde, íbamos escaleras abajo, cuando llegamos a la sala de estar me dejó sobre el sofá. Advertí que todos estaban allí

-vaya, vaya…. Pero que ternura- oí decir de Janet, que se sentó a mi lado en el sofá, me sonroje de inmediato, Michael también lo hizo, solo tosió mostrándose ofendido

-creo que los juegos ya terminaron- dijo, Janet rió un poco

-a decir verdad… si… ¿no es así Jonathan?- giré mi vista a la vez que Janet lo hiso, justo a nuestro frente, el se encontraba frente a nosotros con lo que parecía ser una carta o algo parecido en sus manos, alzó su mirada dejándome un poco preocupada por su expresión

-esto es serio Michael- dijo extendiéndole el trozo de papel a él que lo recibió inmediatamente -llegó esta mañana, la envió con un niño, a el que interrogamos pero … estaba aterrorizado, tuvimos que hablar mucho con él para tratar de tranquilizarlo- seguía relatando Josh, a juzgar por su forma de hablar y la tención que había en el ambiente, diría que hablaban de Vladimir

-es un bastardo, creo que…- Michael no dejó terminar a Janet, maldijo entre dientes, fuertemente. Se le veía verdaderamente furioso, giré  mi vista hacia el preocupado

-s-sucede… ¿sucede algo?- dije nerviosa, temiendo lo peor. Diría que no me sorprendió bastante el toparme con la sospecha de una mala noticia. Desde que estuve cerca de Michael otra vez, algo me decía que no todo iba a ser simple, no íbamos a tener un “felices para siempre”. El no me respondió, continuó leyendo el maldito trozo de papel mostrándose cada vez mas enojado. Traté de alcanzar su mano, sin embargo me esquivó, caminó en frente de mí y se agachó, mirándome fijamente a los ojos

-¿no vas a mostrarme que es lo que lees?- pregunté, confundida

-dime Evelyn…. ¿Qué demonios fue lo que te hizo ese bastardo luego de la fiesta?-

¿Cómo describiría el rostro de Michael para esos instantes?, es algo difícil, bastante. Su mirada irradiaba furia, sin embargo está impregnada de impotencia, de confusión, una como la mía. ¿Qué ganaría el con todo esto?, ¿Por qué gente inocente lo paga?, el se encarga de terminar con nuestra ciudad, con la felicidad de los niños de el lugar solo por diversión. Se encarga de ser una piedra en nuestros zapatos sólo por un maldito “no” hace más de 600 años. Sé que él también se hacía muchas de las preguntas que me hacía yo en esos instantes. En cuanto a la respuesta que me pedía, hacía un buen rato que intentaba olvidar aquellos horrorosos momentos en los que sentí que mi vida no servía en lo absoluto.  Suspiré, pensando en las palabras correctas para responder, como estaban las cosas, no sabría la reacción de ningunos frente a mí.

-me llevó  a rastras… luego… -recordé la enorme bofetada que me propinó cuando le grité imbécil, endurecí mi rostro, -a-alguien le llamó y…. – no encontraba palabras –Michael, había... mucho frío, y vi cosas… muchas cosas…- sin darme cuenta mi voz se quebraba, no sabía cómo decirlo, como describirlo. El tomó mis manos fuertemente

-Tranquila, sólo quiero saber si…. ¿te dio algo?... ingeriste algo…. O no se- dijo hablándome comprensivamente, aun sujetando mis manos, intentando inyectarme seguridad. Lo pensé por unos minutos, nada se venía a mi mente. Hasta aquel ‘incidente’ cuando Janet desapareció

-aamm…- dije recordando –un… un jugo de durazno, mientras conversaba conmigo ordenó que una de las criadas me diese uno… estaba extraño, en el último trago sentí algo amargo…-

Eso bastó para que todos los que estaban a mí alrededor ataran sus cabos sueltos. Eso lo entendí por el silencio de Janet, Josh y en especial de Michael, que apartó su mirada de la mía. Solo permaneció así por unos segundos, en los que volvió a mirarme fijamente

-maldito bastardo- dijo

-sólo protege sus espaldas- dijo Janet levantándose de su sofá

-¿espaldas?- cuestioné

-se ha encargado lentamente de encontrar la manera de que estén unidos…. Me refiero a…- me comenzaba a responder Janet

-si muere el tu mueres, y viceversa- dijo Jonathan levantándose de su asiento –no sé por qué rayos le das tantas vueltas a el asunto, Vladimir es un maldito bastardo… ¡Punto!- Un silencio nos invadió nuevamente, uno que no se extinguió siquiera con las palabras de Janet al decirme que buscaría unos zapatos para mí o Josh afirmando que llevaría a los niños a buscar la comida. Quedé estática. No sabía si estaba impresionada o asustada. Un cumulo de anhelos, personas, pensamientos y mas se venían en sobre mí, pasando frente a mis ojos con el plan de aturdirme. Las manos de Michael aferradas contra las mías eran lo único que me mantenían consiente para esos instantes.

Reflexioné, analizando nuevamente las palabras de Josh. Oh dios, todo esto era algo que ya se veía venir. 

Toda esta carrosa de “mala suerte” por llamarla de alguna manera. El mismo Vladimir lo dijo… “estaba prohibido”. Suspiré luego de tomar una decisión, la que creí era la más justa,

Michael aun se encontraba en cuclillas frente a mí.

-¿sabes?, a todo esto…- dije, creo que tomé una decisión demasiado pronto –quizás lo más prudente sea que, me entregue… o que-

No terminé mi idea, ya que Michael me volvió a mirar fijamente a los ojos. Atravesándome con su mirada, entonces sentí una punzada en mi pecho. Dolía, me dolía en corazón.

-¿entregarte?... ¿de qué hablas?- dijo tomando con más fuerza mis manos -¿y anoche que?, ¿todo era mentira?... No Evelyn… no puedes decirme eso- se abrazó a mi cintura –aunque tenga que ir al infierno…. 
Te reclamaría ante el mismísimo demonio si es necesario… pero a nadie, absolutamente nadie voy a entregarte- se aferró mas a mí. Yo solo quedé cabiz baja, con temblores de temor en mis extremidades, sin saber qué hacer. Enredé mis dedos en sus suaves risos, sintiendo su protección y fidelidad. Se sentía cálido, cada que me tomaba con firmeza sentía que todo iba a estar bien, que nada sucedería, aunque quizás estaba a unas cuantas horas de morir, si estaba junto a él nada importaba.

-algo se me ocurrirá… ya prometí que jamás te dejaría sola- se alejó un poco de mí buscando mis ojos –además, es algo que no creo posible- sonrió.

Sentí entonces que existía una esperanza. De que quizás podríamos huir de todo lo que los demás decidían por nosotros, la mirada de Michael me lo decía todo, me decía que me amaba, que me protegería, que con su ayuda lograríamos cambiar el curso del maldito destino preestablecido por los demás. Se levantó, aun tomándome de las manos, haciendo que me levantase también.

-sólo necesito que…- dejo de hablar alzando una ceja, viéndome con preocupación de pronto

-¿qué?... ¿Qué sucede?- le dije sin entender -¿Qué necesitas?-

Apartó lentamente un mechón de mi cabello, y deslizó su dedo en mi mejilla. Mirándome detenidamente, luego apartó el mismo y rosó su dedo índice con el pulgar, noté que estaba manchado de algo… ¿proveniente de mi mejilla?

-se acaba el tiempo- dijo –esas malditas mariposas tenían algo más que polvo maldito-






"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar" 

23 de diciembre de 2010

Capítulo XXV

Bueno chicas, lo que estaban esperando sucedió jaja, espero sea de su agrado y bla, bla, bla, todo lo que siempre les digo, ¿saben algo?, creo que no es buena idea extenderme mucho, jaja, me tienen vigilada, se suponía que este capi iba a primera hora y miren la hora que es .______.
Lo siento Nayma jaja, pero lo prometido es deuda, ¡Aquí va otro capi de este intento de novela!


Alien... I Need U Love; Capítulo 25

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A veces anhelamos algo sin saberlo, algo que sin saber cómo ni porque, fue parte de nosotros siempre. En sus brazos me siento protegida, como si no importarse la muerte o cosas por el estilo, en sus brazos no existe las lagrimas ni el sufrimiento, con sus besos se disipan todas y cada una de las plegarias que gritaría para pedir piedad ante la vida. Sus caricias se dibujan en mi piel, marcando el camino a seguir dentro de mí ser, vía que poco a poco conquista entre cada suspiro, haciéndose de todos y cada uno de mis sentidos, me convierte en su instrumento, uno que podría usar a su antojo cuando quisiese y como quisiese.

Separó sus labios de los míos, aun permaneciendo cerca de mí, respirando mi mismo oxígeno. Mis mejillas estaban hirviendo, y mi respiración como la de él anunciaba desesperación y desenfreno, mi cuerpo temblaba cada vez que inhalaba su enloquecedor aroma.

-perdóname- me murmuró, no pude evitar sonreír de ternura

-¿por qué?- cuestioné, ¿Por qué habría de disculparse?

-es que…- no pudo terminar su frase, un personaje que había olvidado por completo y que parecía contento de reaparecer se balanceaba sobre nosotros, lanzando un fuerte ladrido. Mi perra Ronda, con su lengua afuera, estaba sobre mis piernas mientras Michael y yo acompañábamos a el tapete del suelo. Viré a verlo reprimiendo risas, acariciando a mi mascotita querida, el simplemente me sonrió.

-que oportuna- dijo en un tono de voz raro, no sabría decir si sarcásticamente o de que otra forma. Traté de quitarme a Ronda de encima, el me dio la mano para levantarme después de que lo hizo, sentimos entonces la puerta cuando se abrió, venía entrando Jonathan con varias bolsas en sus manos, nos miró y alzó una ceja

-deberían ver sus rostros… ¿interrumpo algo?- dijo, sonriendo pícaramente, yo viré a ver a Michael que hizo lo mismo, y negamos con la cabeza de inmediato volviendo nuevamente nuestra vista hacia Jonathan. –Bien, si me disculpan, voy a darle de comer a tu mascota, para luego irme a dormir- siguió hasta la cocina. Llamó a
Ronda, y esta corrió hasta allí. Michael suspiró acatando mi atención, cuando mi vista se posó sobre él lo vi levantando alguna de las cosas que habíamos dejado caer minutos antes

-¿sabes?, ya es bastante tarde… creo que deberías irte a dormir- me dijo, invitándome a seguirlo, subimos las escaleras, pude divisar un vasto pasillo, contaba de unas 7 puertas, bastantes habitaciones diría yo.

Parecía que el segundo piso era mucho más amplio que la planta baja. Nos detuvimos frente a una puerta de madera, que el abrió lentamente mostrándome una linda habitación, de paredes color mora desteñido, cortinas blancas, y una decoración bastante sutil pero femenina a la vez. Era bastante sencillo pero acogedor, me invitó a pasar haciendo un ademan con su cabeza, lo hice y él me siguió.

-bien, espero que estés cómoda, si necesitas algo, sólo ve a la habitación de al lado, ahí voy a estar- se estaba dando media vuelta para irse.

¿Han sentido ese tipo de desesperación al ver que alguien se va?, es decir, ese miedo a tu entorno, que ese vacío vuelva a succionar su existencia. Un nudo en tu garganta, que anuncia el miedo a flor de piel, no quería volver a sentirme sola.

-¡Michael!- exclamé, viró a verme de inmediato –tengo miedo, no te vayas- prácticamente supliqué, era cierto, tenía miedo de no volverlo a ver. Una vez más sentí que debía aprovechar aquellos segundos al máximo, porque algo malo vendría “mañana”.

-nunca de voy a dejar sola- me murmuró abrazándose a mí, lo abracé de igual manera, tratando de espantar todos y cada uno de los prejuicios que querían dominarme. –Evelyn, vamos, duérmete… ¿Qué no entiendes que no es sano que este aquí contigo de este modo?- me abrazaba como nunca lo había sentido, con una mezcla de sentimientos única. Una fuerte ráfaga de viento entró a través de las cortinas y el ventanal y cerró la puerta en seco, sentí entonces que esa era una señal.

No me importaba el mañana, sólo el presente, mi presente… su presente. Uno que debía exprimir, uno en el que le debía demostrar que yo también lo amaba y necesitaba. Uno que escribiría con tinta indeleble en sus recuerdos y en los míos. Era mi turno de robarle un beso, uno que me respondió con amor, ternura y una pisca de picardía. Entrelacé mis brazos en su cuello mientras los suyos me apegaban más a él, con cuidado y desenfreno a la vez.

Me levantó del suelo con agilidad, colocándome con sumo cuidado sobre la cama, besando aun mis labios, el oxigeno se comenzaba a terminar, por ello se trasladó a mi cuello donde comenzó a dar pequeños besos, paseando sus dedos por mis hombros, descubriéndolos poco a poco. Mi respiración era cada vez más pesada, y mi piel temblaba en cada caricia que él me regalaba. Cuidaba cada detalle, tratándome de manera especial, como si fuese de cristal. Sin saber cómo nuestra ropa terminó en el suelo, y entre susurros de amor, me convertía en mujer… en su mujer.

Podía sentir toda la intensidad y deseo que nos dominaba, su desesperación por tenerme cerca y su amor interminable. A pesar todo aquello, siguió siendo sutil, especial, tratando mi repentino dolor con delicadeza, para luego estallar en mi miles de sensaciones que harían corto circuito entre mi piel y la suya, aumentando su velocidad, a la vez haciéndome tocar el cielo. Oír sus quejidos al compás de los míos me transmitía mas desenfreno y placer, todo aquello que detonaba en él y en mí no tenía nombre, simplemente era la vigencia de nuestro amor verdadero.

Sentí que si lloraba, lo haría de felicidad, mi corazón palpitaba como nunca lo había hecho en su vida, las palabras no alcanzarían para describir todo lo que pude llegar a sentir en aquellos momentos. Más y más velocidad, hasta que chispas de magia que brotaban de su piel y entraban en mí.

Mi respiración y la suya era lo único que se dejaba oír.
Caía a mi lado, entre las sabanas, y yo me depositaba en su pecho, sintiendo sus brazos abrazarme y como al igual que yo intentaba volver a respirar como mortal. Murmuró lo que parecía ser una canción, una dulce, solo le respondí entre sonrisas, estaba agotada, cerré los ojos y caí en un sueño profundo.


Luego de no sé cuantas horas, pude sentir el calor del sol intentar calentarme, pequeños rayos del astro rey comenzaban a colarse entre las cortinas, mis ojos comenzaban a abrirse, sonreír al darme cuenta que no había sido un sueño, de esos que olvidas al pasar el tiempo, todo había sido real, eso hacía sentirme la chica más afortunada de todas. Michael seguía abrazándome, bajo las sabanas, lo había oído dormir la vez anterior, pero no había notado su apacible rostro, parecía que no había logrado dormir en mucho tiempo, parecía tener un sueño bastante profundo. No quise moverme mucho para no interrumpirlo. Solo permanecí así, observándolo, por algunos minutos más, cerré los ojos de pronto, lo oír suspirar antes de darme un beso en la mejilla

-Gracias Evelyn, soy el primero en tu vida y te amo más que nunca… eso nunca creí que pudiese ser posible- me murmuró, me sonrojé, pero a la vez no entendí muy bien lo que quiso decir

-¿Qué creías que era imposible?, ¿Qué fueses el primero?- dije alzando una ceja

-no tonta, me refiero a… quererte más… amarte más- dijo mientras se acurrucaba mas entre las sabanas abrazándome, -ni siquiera todas las estrellas de todos los universos y sus alrededores serian suficientes para contar cuanto te amo- miraba hacia el techo, como si intentase de verdad contar todas las estrellas para hacer esa comparación, luego me miró fijamente sonriendo

¿Qué quieren que les diga?. ¡Moría de ternura!, sabía por sus miradas que todo lo que decía era verdad, sentía alegría dentro de mí, mi corazón rebosar de sonrisas, felicidad y sobre todo de amor.

-¿enserio… me quieres… tanto?- cuestioné, no era que lo dudase es que era algo a lo que no sabía responder, jamás en mi vida había sentido algo así, nunca me habían dicho algo igual. Me respondió con un suave beso en mis labios, se alejó sonriéndome, mirándome a los ojos mientras acariciaba mi cabello

-yo también, te amo Michael, te amo más que a mi vida, daría lo que fuese solo por no dejarte de ver sonreír-

-no te alejes de mí, y prometo no parar de sonreír-

Me abrasé a él una vez más, no quería que todo aquello terminase, podría quedarme con él ahí para siempre.

-ya debe ser tarde, deberíamos bajar por algo de comer… ¿no lo crees?- me dijo intentando levantarse, me lancé sobre él y no lo dejé moverse
-no, no, quiero quedarme aquí- le dije, mirándolo con carita de gatito tierno, aun sobre el

-¿aquí?, ¿y… para qué?- dijo con curiosidad, alzando una ceja. Sonreí intentándolo convencer, me devolvió una mirada pícara, me lanzó hacia un lado, para luego ser él quien estuviese sobre mí, se acercó a mis labios y los besó con un sentimiento parecido al de la noche anterior.

Siguió sus mimos, dándome rápidos besos en los labios, haciendo que mi mundo se detuviese.

-¿contenta?- dijo riendo

-ummm, no del todo- respondí mordiéndome el labio

-niña caprichosa- murmuró acercándose a mi cuello para besarlo, y luego sorprenderme haciéndome cosquillas. Aquello sí que era un golpe bajo. No parábamos de reír y retarnos en aquella pelea de cosquillas.

Luego de que el tramposo Michael ganase, aun entre risas se cubrió con su sabana y sacó la mano de la cama, intentando localizar sus pantalones o alguna prenda de ropa

-si serás desordenado… ¿Cómo vas y dejas la ropa por todos lados?- dije, el alcanzó sus pantalones y se giró mirándome, tratándome de fulminar con la mirada

-me seduces, me vuelves completamente loco… cedo lo que querías… ¿y es así como me pagas?- me dijo en voz de reproche, me sonrojé completamente. Definitivamente es demasiado ágil en esta clase de juegos de palabras. Me oculte bajos las sabanas, avergonzada

-oh Dios, eres una niña… ¿Cómo vas y te asustas por eso?- comenzó a reírse a carcajadas.

-¿¡Y tu como vas a burlarte!?- me quejé, aun bajo las sabanas

-No es burla, es cierto, me vuelves loco… así que, mejor levantémonos, o jamás voy a soltarte- cuando quité mis sabanas de encima, lo vi nuevamente con su ropa, aunque su camisa un estaba desabotonada, se veía tan… dejó sobre la cama mi ropa, y comenzó a lanzar los cojines del suelo sobre la cama otra vez.

-te compré ropa, está en el clóset- me dijo señalándome el mismo, -allí esta el baño, por si quieres darte una ducha, si me disculpas, yo voy a darme una en mi habitación,- se acercó a mi y me besó nuevamente antes de salir por la puerta.

¿Era aquel el día de mi vida? No cabe duda que sí, sin embargo, para nosotros quizás no lo sería del todo. Y de aquello me di cuenta cuando baje las escaleras…



"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar" 

20 de diciembre de 2010

Capítulo XXIV

Bueno chicas, lo primero: me disculpo, EL CAPI SALIÓ DEMASIADO LARGO!, se que me excedí, pero creo que ya era justo darle un poco de felicidad a esos dos antes de lo que viene U_U, y bueno, espero les guste, jaja, es la primera vez que hago algo "lindo" así que sepan perdonar si no gusta! XD. Gracias por leerme chicas, Muchas Gracias por todo!!


Alien... I Need U Love; Capítulo 24


*Por fin logré ver la luz al final del túnel:



Existen sin fin de leyendas, historias, todas y cada una de ellas trazadas sobre papiros, talladas en paredes o simplemente reencarnadas en hojas de algún libro que tiene un destino simple: esperar en un estante a ser leído, esa es su función. Yo me pregunté desde aquel ‘viaje entre el tiempo’ ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿estaba ya trazado acaso que yo viniese a esta ciudad una vez más?. Todo parecía ser un sí, pero aquello no estaba escrito en algún libro.

Michael permaneció cabiz bajo, mientras Janet rompió el silencio, aclarando mi duda:

Evelyn, todo esto ha estado arrastrado desde hace mucho tiempo, no sé si creas en esas fanfarronadas como “reencarnación” o cosas por el estilo, sólo sabría decirte que esto es algo que se le parece bastante. Todo comenzó una tarde de abril, en 1569, Michael iba de camino a la mansión de uno de los caballeros más famosos de la época. Vladimir.

Se suponía que habría una fiesta, en la cual estarían muchas personas importantes. Por consecuente su castillo estaba perfectamente decorado por cada rincón, mientras los sirvientes atareados iban por aquí y por allá reparando todo. Michael daría una presentación, cantaría junto a sus hermanos y le entregaría una canción que Vladimir le encargó que le compusiese.

Vladimir entonces daría una sorpresa, a una de sus invitadas le pediría matrimonio. Se trataba de la princesa Evelyn, era una boda arreglada, ya que la familia de la chica sólo tenía para esos instantes el apellido, y la única manera de salvar su reino era vincular a su única hija con alguien importante. Habría que mencionar que ella era una chica con ‘mala’ fama, no se trataba de ser mujerzuela o algo por el estilo, sólo que era diferente: era una alquimista.

Para la época estaba mal visto aquel arte, ya que se decía que quien lo practicase estaba mezclado con el mismísimo demonio. Ella según dicen, estaba en la búsqueda de la piedra filosofal. Aquellas habladurías no le importaron a Vladimir, que continuaba arrodillado frente a ella, con una sonrisa sínica esperando su respuesta. Una que no tardó en llegar, ella se negaba rotundamente, lo cual hizo que Vladimir se tornara agresivo, ella lo retó, sin embargo el mismo la tomó de la muñeca y la agitó un par de veces.

Fue entonces cuando Michael la tomó con agilidad y posó detrás de él, mirando amenazadoramente a
Vladimir. La ayudó a escapar, de allí en adelante no se pudieron separar, un amor intenso y especial los invadió. Aunque al principio ella siempre fue cortante, fue algo que floreció de pronto.
Desde allí comenzó todo, Michael la protegía y por un tiempo ayudó a su familia con los gastos económicos, hasta que Vladimir contactase a Joseph nuestro padre, y comenzasen su plan malévolo de separarlos. Una tarde Michael había decidido huir con ella, para siempre. Para así dejar atrás a lo que los martirizaba.

Aquella tarde en que el regresó a el castillo, y papá estaba furioso cuando no lo encontraba, fue en la que ella buscaba desesperada a Michael, ya que Vladimir advirtió que haría hasta lo imposible por arrebátale la vida, ella corrió por los pasillos del lugar, desesperada. Michael adentro discutía con su padre.
Vladimir era un ser vil: poseía poderes sobre-naturales, y era mucho peor que mil alquimistas en contra del rey. Tomó la fuerza del bosque, y con mariposas impregnadas de polvo maldito se encargó de detener a Evelyn, que caminó sin rumbo hasta que cayó por uno de los balcones del castillo, al vacio, perdiendo todos los recuerdos felices con Michael.

Él cuando se enteró, destrozado solo abrazó el cadáver por muchas horas, hasta que Vladimir reapareciese y lo convenciese de que podría regresarla, sólo si el accedía a dejarlo todo, dejarla a ella y alejarse para siempre.

Eso hizo Michael, regaló su felicidad y se encerró en una mansión. Ella regresó, pero a las semanas pereció nuevamente, Michael un par de años después apareció sin vida en una de las habitaciones de su mansión.

Nadie sabe lo que sucedió con él.

Y ahora, dirás de seguro…. ¿si eso fue en 1500, que hago ahora aquí?”

Michael interrumpió a Janet, yo estaba estática, todo… todo parecía ser sacado de una película de ficción.

-No sé cómo demonios estoy aquí otra vez- alzó su mirada viéndome a los ojos –no sé como regresé, sólo sé que aquí estoy…. Y que te necesito desesperadamente-

El único sonido de fondo que quedó en aquellos segundos fue la danza de la brisa entre los árboles, me daba cuenta que me encontraba en lo que parecía ser el bosque de la ciudad, los niños dormían en el auto de Josh y el los vigilaba, sentado dentro del auto, con la puerta abierta, yo me encontraba sentada al frente de Michael y Janet, detrás de ellos divisé una choza de madera, pequeña, pero acogedora. Aquellas palabras de Michael “Yo te necesito desesperadamente”, no dejaban de repetirse en mi mente, haciendo eco entre la
penumbra de mis miedos junto a la frase de Vladimir “es tu culpa que el ahora esté así”.

-¿Cómo… es que… no recuerdo nada?- interrogué, aun no acababa de entender

-eso es un misterio, quizás después de que caíste… Evelyn… recuerdo todo esto desde creo… los 15 años….- dijo Janet, suspiró bajamente y viró su vista a la de Michael –el, creo que desde los 13, siempre tuvimos sueños, cosas extrañas sucedían si íbamos de visita a la casa de Vladimir, con nuestros padres-

Es algo difícil de procesar, estaba aun sin entender muchísimas cosas. Observé detenidamente a Michael, el también me devolvió aquella acción haciendo lo mismo. Recordé la tarde en que caminamos y me habló de Nicolas Flamel, recuerdo también sus historias acerca de un chico solitario que esperaba a su audaz

Artemisa día a día. Comprendí que el siempre estuvo conmigo, y cuando digo siempre, me refiero a siempre con todas sus letras.

-somos el vestigio de algo fuerte que existió años antes- dijo Michael -intenté alejarme, aquel día cuando estábamos en mi mansión… quienes llegaron fueron algunas familias junto a el alcalde, estaban dispuestos a hacer lo que sea por hacerme salir de ahí. Accedí luego de ‘distraerlos’ un poco- rió, haciendo énfasis, estaba segura de que se refería a sus trucos de magia. –luego, me di cuenta de el plan de Vladimir, siempre quiso llegar hasta ti, me encontré con él, y me dijo que la única manera de te dejara en paz era que me alejara de ti en ese mismo instante- suspiró y se recostó de el auto, que estaba detrás de él –No cumplió con lo prometido, aun sabiendo que me iba a ir lejos, por eso regresé, y te ví ahí, entre la gente, con el tomándote del brazo, luego entraron a la fiesta, pero el muy sínico encontró la manera de no dejarme pasar… te perdí la pista…. Hasta que te encontré caminando por los pasillos de mi mansión, a punto de llegar al borde del balcón una vez más…- apretó un puño, la luz llegó a mis ojos, podía ver todo un poco mas claro

-por eso Janet…- dije, recordando que desapareció de pronto, ella asintió levemente –esperen un minuto- inquirí con una nueva duda al aire

-¿Qué sucede Eve?- dijo Janet, que parecía un poco más tranquila

-entiendo todo esto con Michael…. Y … conmigo…. – me sonrojé por ese “nosotros” que se me quería escapar, Michael me miraba con ternura, y eso hacía que me pusiese más nerviosa –pero… ¿Cómo encajas tu aquí en todo esto?... me refiero a… ¿Por qué tu recuerdas todo?- Janet me miró con inseguridad, parecía que no sabía cómo responderme, pero quien menos imaginé fue el que me respondió

-Para un cancerbero está prohibido mezclarse con su tesoro, aquello que protege, este fue mi error, y el error de ella- oí decir con voz firme a Jonathan desde el auto

-¿he?- chillé, cáncer… ¿qué?. Janet ante esto se levantó, algo enfadada, y de manera grosera le cerró la puerta al auto. Josh se movió ágilmente, ya que estuvo a punto de lastimarlo. Janet rodeó el auto, y se acercó a los niños, me levanté del suelo confundida, Michael me imitó

-niños, vamos, Edward ya debe tener listas las habitaciones- Katty y Jouliane se levantaron bostezando, y comenzaron a levantar a Petter, yo los observaba, cuanto quería a esos cuatro chicos, y no sólo por ser mis hermanos, Michael me sacó de improvisto de mis pensamientos

-cancerberos eran llamados a quienes protegían a las princesas y damas importantes de la edad media, tenían prohibido relacionarse con ‘su trabajo’- murmuro detrás de mí

-¿me estás queriendo decir que Josh también….?- dije volteándome para verlo a la cara, asintió levemente, Katty gritó mi nombre y corrió hasta mí, yo la cargue abrazándola, poco tiempo después Petter y Jouliane también estaban cerca

-¡Nos diste un buen susto!- dijo Petter

-¡Si!, dijiste que solo era por unas horas- replicó Jouliane

-Lo siento.- dije, Katty me abrazo mas

-Mike dijo que no sucedería nada malo, yo sabía que veríamos a Eve pronto- dijo Katty, sacándoles la lengua a los chicos, reí y la deje en el suelo

-vamos, háganle caso a la prima Janet- dije entre risitas

-¡Tía!- me corrigió Janet, entraron a la cabaña, volví a mirar a Michael

-que afán de Janet el negar que ama a Jonathan- dijo él mirándome, Josh ante esto no dijo nada, sólo encendió el auto

-traeré algo para comer- dijo y se fue. Bueno, no podía negar que era mal humorado, pero estaba exagerando un poquito. Suspiré, y volví a mirar a Michael

-¿en dónde estamos?- interrogué curiosa, la verdad era algo que no me importaba mucho si estaba con él

-estamos casi cerca de la capital, no estamos en la ciudad porque sería peligroso para los niños- su voz era seria de pronto, -¿estás un poco más clara ahora?... es decir… ya que sabes… la verdad- me preguntó, bajando la cabeza apenado, sonreí intentando mostrarme fuerte, me acerqué un poco más a el

-sí, no tienes por qué preocuparte- dije, en cuanto a mi respuesta sólo alzó su mirada

-pero… tu reacción… se limitó solo a quedarte en silencio- entendí a que se refería con aquellas palabras, quizás no expresé con mi rostro lo que sentía en realidad. Pero, es una especie de mascara que creé con el tiempo, es un mecanismo de auto-defensa. Intenté ver en mi interior, buscar una respuesta concreta de que creía de todo lo que había descubierto, pero no sabría decir si era impresión u otra cosa lo que sentía.

-tengo….- comencé a decir, el esperaba mi respuesta pacientemente, pero sé que la necesitaba rápido –miedo de… hacerte daño- sonrió ante mi respuesta y tomó mi rostro entre sus manos, acercándolo más al suyo, yo posé mis manos sobre las suyas

-me harías daño si te alejas de mí- pocos segundos después, acercó sus labios a los míos, no podía negar que en tan corto tiempo había logrado hacerme adicta a aquellas reacciones. Sus movimientos eran precisos, únicos, mágicos, me tomaba con una ternura que no sabría explicar, pero a la vez con decisión, como si no estuviese decidido a cederme a nadie ni a nada. Me sentía especial, una estrella, tomada por uno de los ángeles del cielo.

Se alejó un poco de mí, aun sosteniendo mi rostro, observándome

-vamos a resolver todo, lo prometo- me dijo, y le sonreí asintiendo, sabía que todo saldría bien, fuese lo que fuese -sin embargo haremos eso mañana, hoy te quiero sólo para mí- volvió a besarme, solo que esta vez fue un beso rápido, no pude evitar sonrojarme. ¿a qué se refería con esa última frase?. Me tomó de la mano, impulsándome hasta la cabaña

-me gusta mucho venir aquí, todo es tan natural y tranquilo- me dijo, observando su entorno mientras lentamente nos desplazábamos entre la grama húmeda, habían enormes arboles, que parecían desaparecer entre la neblina que cubría el cielo, no sabría decir que hora era, ya que el color grisáceo del cielo aunque estaba oscuro, dejaba un poco de luz en aquellos instantes.

Nos adentramos en la cabaña, ambos tomados de la mano, todo estaba silencioso, con curiosidad paseé mis ojos dentro del lugar tratando de localizar a los chicos, era un ambiente campestre, pero acogedor, con tonalidades marrones estaban decorados cada uno de los rincones de el lugar, tenía enormes sofás por donde quiera, cruzamos la entrada y seguimos hasta el interior, de lado izquierdo habían unas escaleras, las dejamos atrás llegando hasta la cocina.

-deben estar arriba, ven, debes tener hambre- me dijo, invitándome a sentarme en la mesa de la pequeña cocina. El lugar para sentarme era bastante cómodo, grande, parecía un sofá más, y rodeaba casi toda la mesa. A mi lado, había una hermosa vista, que lograba divisar a través de una ventana de vidrio, miré por ahí por uno segundos, luego paseé mi vista por la cocina, era bastante elegante a decir verdad.

Michael regresó con algunas frutas en una bandeja, panecillos y lo que parecía ser jugo de durazno, se sentó frente a mí, cediéndome toda esa comida

-no tengo hambre- inquirí, era la verdad

-llevas varios días sin comer- me dijo en modo de regaño, alcé una ceja embrollada

-¿varios días?- cuestioné

-vaya, no creí que te confundirías tanto- rió –llevas así por lo menos 3 días, ¿no crees que ya es hora de comer?, por eso te dan esas migrañas y no tienes fuerza para mantenerte en pié-

Oh dios, como odio que alguien me sermoneé o me diga que hacer o como hacer las cosas. Giré mi vista de manera grosera, la verdad es que no tenía ni una pisca de hambre, obligada no iba a comer.

-¿entonces?.... ¿debo darte la comida en la boca?- volví a mirarlo luego de un tiempo al oír sus burlas

-no- dije secamente –no tengo hambre-

Intentaba ofenderlo, pero parecía que sólo le causaba gracia. Traté de fulminarlo con la mirada, sólo alimenté sus risas que comenzaron a crecer. Se deslizó hasta quedar a mi lado, yo sólo giré mi vista hacia la ventana, así nos quedamos por unos minutos, en silencio. No pensaba dar mi brazo a torcer, sentí como tomaba mi barbilla, haciendo que lo mirase a la cara, y comenzó a acercarse a mí lentamente, directo a mis labios, mi corazón dio un sobresalto, aunque estaba nerviosa dejé que continuara con su acción, llegó más cerca de mí, rosando mis labios, para luego acercarse un trozo de manzana a su boca y morderla, simplemente rosar sus labios con los míos y alejarse riendo a carcajadas.

-idiota- dije cruzada de brazos

-vamos Evelyn, come, es enserio- dijo conteniendo risas

-no me gusta la manzana- repliqué, sentí como paseó su mano por mi cintura y me acercó hasta él

-no me vengas ahora con que no te gusta, deja los berrinches para más tarde- acercó un poco un tenedor con un trozo de manzana a mi boca, lo miré alzando una ceja y accedí a comer el dichoso trozo de fruta que me ofrecía. Sonrió victorioso, casi rayando en la burla otra vez, seguía dándome la comida a la boca, como si yo fuese su bebé o muñequita de trapo. No podría negar que de un momento a otro sentí un poco de hambre, y la sacié después de comerme casi medio plato de frutas, quizás lo que más me enojaba era el que siempre se saliese con la suya.

-ya está bien, no quiero mas- dije terminando de tragar, sonrió nuevamente y dejó los cubiertos de un lado, buscó una de las servilletas de tela para limpiar los restos de comida en mi rostro –oye…. ¿no crees que exageras un poco?- dije, un poco apenada, su sonrisa no se iba del rosto.

-¿y qué?... ¿Qué no te gusta?- me sonrojé ante su pregunta, note algo nuevo en él: picardía, una que comenzaba a hacerme sentir de una manera muy extraña, me volví a cruzar de brazos, apartando mi mirada –eso supuse- dijo, soltó mi cintura y se levantó, llevándose la bandeja consigo.

Eso era nuevo, me refiero, a verlo u oírlo, haciendo labores domesticas. Dejó algo caer, y lo oí maldecir entre dientes

-¿necesitas ayuda?- dije virando a verle, se negó de inmediato, se encontraba lavando los trastes detrás de la barra de la cocina, se agachó recogiendo lo que dejó caer, por ello no lo vi por unos instantes -¿estás seguro?- volví a decir llegando hasta donde el estaba, se restableció de inmediato no pude contener mis risas

-no te burles, volví a romper otra de las tazas de Janet, nadie la soporta- dijo, en sus manos vi los trozos de vidrio en sus manos, los llevó a el bote de basura y giró a verme –bien, si no es mucha molestia, salgamos de la cocina, por favor- dijo, solté otra risa nuevamente, hasta que noté algo raro en su mano

-Michael…. Estás… ¡Estás sangrando!- alcancé su mano, noté el delgado rasguño, mire a los lados preocupada intentando localizar algo para detener la hemorragia. ¡Maldición!, Edward estudiaba medicina,

¿Qué no puede haber siquiera una gasa o algo cerca?

-Evelyn…- comenzó a decirme, no le puse atención, sólo lo tomé de la manga de su camisa atrayéndolo nuevamente hasta la cocina, buscando algo para su herida –Evelyn…- volvió a insistir -¡Hey!- tomó mi otra mano, giré a verlo, iba a comenzar a hablar pero me alcanzó dándome un beso, soltó mis manos para rodear mi cintura otra vez, hizo que me deslizara hacia atrás, hasta que mi espalda chocó contra una de las paredes del lugar, estaría de más decir que en el camino varias cosas terminaron en el suelo. Paseé mis manos por su cuello, enredando sus dedos entre sus perfectos y suaves risos, disfrutando el sabor de sus labios, y las sensaciones que desataban cuando se posaban sobre los míos. Ondas erráticas y eléctricas que salían de mi piel quizás también lo azotaban, mientras que nuestros corazones repiqueteaban al compás de la oleada de sentimientos que salían a la luz, coreando a orfeón, entre la penumbra de nuestras almas solitarias en busca de amor.

Sentí que lo amaba, que lo amaba más que a mi propia vida y que deseaba ser suya y de nadie más. Temía que fuese uno de mis caprichos de niña solitaria, temía herirlo, pero el me transmitía seguridad en cada uno de sus movimientos, entre cada uno de sus suspiros. Todo aquello era sobre humano, mis sensaciones, sus respuestas, su amor, aquello que parecía convertirse en mi adicción.

Soltó mis labios por unos cortos instantes, en los que logré percibir mi respiración agitada, y mis mejillas arder. El estaba en el mismo estado, dejó su frente en contra de la mía, haciendo que inhalase su aroma, haciéndome delirar, cada vez que aspiraba su aura los temblores en mi piel aumentaban.

¿Era el momento?





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Si chicas, han de creer que soy una malvada por dejarlo hasta ahí, pero es que debía cortarlo!, es demasiado laargo! XD, esto me sucede por estar oyendo Give in to me (amo esa canción xD) Dios, enloquesco cuando la oigo, bueno, comentenme, odienme, pero no dejen de leerme! :D, las quiero, GRACIAS POR ESTAR AQUÍ!

"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar" 

17 de diciembre de 2010

Capítulo XXIII

Holas chicas, Muchas Gracias por sus comentarios, espero que les siga gustando esta historia, aquí les traigo el primer capítulo en que les debo aclarar algo: Evelyn viajó en el tiempo, por consecuente, se ve a si misma, y a todos los personajes pero en otras epocas, espero no se confundan, que comenten y que les guste!, Gracias de antemano!! Va por ti Nayma! XD


Alien... I Need U Love; Capítulo 23

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Sentía pequeños golpecillos en mis mejillas, unas manos tersas y suaves acariciando las mismas, como cuando intentan reanimar a alguien.

“Evelyn, despierta, vamos, despierta”

Aquella era la voz de Michael, desesperada. Intentaba moverme, pero mi cuerpo no respondía, mis sentidos apenas se dejaban percibir. Intentaba con todas las ganas del mundo decirle que lo escuchaba pero era imposible.

Aquella sensación: todo da vueltas, no sabes si estas de pie o en el suelo, sólo percibes una que otra sensación enviada del exterior. ¿Qué rayos sucedía conmigo?, y… después de bajar el telón... Oscuridad. Una que terminó cuando logré moverme por mi misma, me di cuenta al abrir los ojos que me encontraba sobre mi cama, entre las sabanas pero sin Michael. ¿Dónde se encuentra?.

Con dificultad abandoné la cama, yendo directo hacia la puerta sin vacilar. Al salir al pasillo de mi casa grité un par de veces, intentando llamar la atención, saber que sucedía, nadie respondió. Bajé las escaleras pensando en que hacer, recalcándome de las barandas de las mismas, sintiendo como mi cuerpo parecía querer traicionarme en cualquier momento, miraba desesperada hacia los lados, tratando de entender.

“sabes que está prohibido”

Cual película de terror se repetía aquella frase, con su morbosa voz en mi mente, giré levemente y noté a 
Vladimir parado detrás de mí, en el medio de la sala de estar. Mi sangre se heló.

-si que eres inquieta- oí un murmullo detrás de mí, no logré girar porque mis piernas no me lo permitieron, perdí el equilibrio, y unos fuertes brazos se apoderaron de mi cintura. Michael me aferraba a su cuerpo. La seguridad parecía volver a circular por mis venas, su dulce voz era la electricidad imaginaría que hacía latir mi corazón, que hacía que mi cuerpo quisiese vivir. Me sujeté a él de igual manera, completamente confundida, sólo sintiendo que si me quedaba con él, todo iba a estar bien

-cierra los ojos y no te sueltes de mí- eso estaba de mas decirlo, era algo que no anhelaba a decir verdad, entonces me di cuenta: estaba a punto de hacer algo que no le gustaba, algo que odiaba hacer, y todo eso… ¿por mi?, podía sentir como su adrenalina aumentaba, y como se deslizaba con velocidad y decisión a lo que creo, era Vladimir en frente de nosotros.

Silencio. Nuevamente sentía murmullos de Michael a mí alrededor, sentí como dividían el silencio que se había colado de pronto.

“Evelyn, despierta”

Abrí los ojos, me encontraba desplomada sobre el suelo, podía sentir el frío del mismo atravesar mis huesos. 
Mi vista de enfocó en el techo del lugar en que me encontraba, el techo estaba muy alto, como esos de las casas de la época medieval, olía a incienso de sándalo, y una brisa cálida atravesaba la ventana con cortinas de color beige, la tenue luz del atardecer que provenía de los inmenso ventanales se filtraba de manera en que pude distinguir una increíble pintura en el techo, miles de ángeles desfilaban frente a mis ojos sobre nubes y estrellas. Analicé cada uno de los detalles de las paredes, que con detalles dorados y fondo color durazno eran las responsables de demostrar inmensos cuadros con pintura al oleo.

¿En dónde me encuentro?

Alguien parecía poder leer mis pensamientos:

-es aquí donde comenzó todo- aquella era la voz de Vladimir, me levanté con dificultad del suelo, advirtiendo un horrible dolor de cabeza

-¿Dónde comenzó todo?- cuestioné, el asintió. Estaba a mi lado

“No oigas nada de lo que dice”

Aquella era la voz de Michael. Mire hacia los lados tratándolo de encontrar

-¡Michael!... ¿Dónde estás?- dije fuerte, Vladimir comenzó a reír

-vamos Evelyn, se paciente y lo entenderás-

Justo cuando acabó su frase, uno de los grandes portales de madera se abría de par en par, alcé una ceja, viendo como Janet entraba detrás de un sujeto moreno, sin embargo, eso no fue lo que más me llamó la atención, lo cierto es que… ¿Iban vestidos de qué?, parecían sacados de una película de la época medieval, no, más bien diría que del renacimiento. Aquellos días en que los cruzados se hacían de las calles, y un Rey Arturo quizás buscaba un santo grial. Pasaron frente a nosotros, entendí que tampoco nos veían.

-¿Dónde se supone que está Michael?- preguntó muy enojado aquel sujeto que parecía ser de temperamento fuerte

-No lo sé… Joseph- respondió cabiz baja Janet

-¡Si me llego a enterar qué- comenzaba a gritar el hombre, lo reconocí, era a el mismo que vi aquella vez en la mansión, aquel que trató tan mal a Michael, el sujeto como decía, comenzó a gritar fuertemente, pero alguien lo detuvo

Michael en la puerta, recostado de lado, vestido como ellos

-¿Qué quieres de mí?, ya decretaste que no soy tu hijo- con mirada fría, una que me impresionó bastante en él, comenzó a caminar hacia el sujeto, cuando se detuvo, cruzado de brazos, Janet caminó y se posó detrás de su espalda, ahora los dos hermanos miraban de frente a aquel hombre, que parecía a punto de estallar

-¿no aprendes las lecciones?- dijo el sujeto

-estoy arto de hacer todo lo que los demás quieren- respondió Michael

-¡Ya deja de creer en lo que esa chica dice!, ¿Qué no vez que es una mujerzuela que pretende hacerse de todo lo que he logrado contigo?- volvió a insistir el sujeto, con voz dura, parecía que pronto pretendería golpear a cualquiera, a esto, Michael suspiró bajamente, también parecía furioso

-¿a qué mujer se refieren?- le murmuré a Vladimir, que parecía disfrutar aquella escena, sólo me miró como si la verdad estuviese frente a mis narices

De pronto, un sujeto entró desesperado, corriendo como si algo muy malo hubiese sucedido

-Sir Michael- dijo al llegar, exhausto, se acercó a Michael y le dijo algo al oído, no sabría explicar la cara de desesperación de Michael, y la sonrisa sínica que aquel sujeto proyectó entre su desagradable rostro. Corrió, Michael partió corriendo como si el mundo se le viniese abajo, Vladimir me empujó, diciéndome que debía seguirle.

Caminé, luego corrí detrás de Michael

“Evelyn, por dios, detente”

Otra vez lo escuchaba entre la brisa, como si yo estuviese dentro de una esfera de cristal, y el afuera esperándome.

Cuando me detuve, Michael también lo hizo, lo noté: ¿otra vez estaba quizás en la mansión de Michael?, esto parecía un viaje a través del tiempo.

-Mira Evelyn, es esto lo que Michael siempre quiso ocultar, es tu culpa que este encerrado en esa mansión- señaló Vladimir, que se aparecía frente a mí, a lo lejos, el suelo desgastado estaba manchado de lo que parecía sangre, un bulto en el mismo, y Michael cayendo de rodillas frente al mismo.
Caminé unos pasos hacia adelante

Un sujeto, bastante parecido a Vladimir caminaba alrededor de la escena

-puedes devolverla- decía, deslizándose alrededor de Michael, el no respondía –tengo poderes
especiales- dijo agachándose junto a él, y luego viéndome a mí sonrió maliciosamente

-hay quienes tenemos poderes especiales, impresionantes, provenientes desde la fuerza más enorme de este mundo- me dijo Vladimir, que estaba a mis espaldas

-¿Qué clase de poderes?- cuestioné, temiendo lo peor

-Todos…. En este instante estas aquí porque lo quiero, si intentases regresar, estarías muerta… ese Michael que está allí, es sólo el reflejo del pasado, el verdadero esta ahora desesperado con tu cadáver en sus manos, caiste de el borde de ese balcón, eso que observa Michael es tu cadaver- dijo, luego rió –jaja, que ironía, el Michael del presente y del pasado está luchando por tenerte viva-

Un nudo es mi garganta apareció, Michael que estaba sentado en silencio y el ‘otro Vladimir’ lo observaba, esperando su respuesta

-Por Evelyn daría lo que sea- dijo prácticamente en una súplica

-¡NO!- grité, intentando aproximarme

-es imposible, nunca te oirá, eres como la brisa en el desierto….-
Las palabras de Vladimir a mis espaldas cada vez me desquebrajaban más.

-¡perfecto!.- respondió aquel Vladimir que estaba ante Michael –ella regresará, pero no puedes acercarte a ella…. Eso sólo logrará matarla-

Vladimir me tomó de la mano, desesperada me intenté soltar… ¿a qué se refería con eso?, me arrastró por el pasillo, y me lanzó de mala gana, me choqué contra el borde de uno de los ventanales del lugar, miré a través del mismo, Michael corría hacia el bosque

-Michael…-murmuré

-desde esa vez… tu viviste, estuviste bien, pero el ya no tenía permiso de ver a los seres humanos o lidiar con ellos, si ustedes dos llegasen a estar cerca, ocurrirían cosas malas a su alrededor- me murmuró Vladimir al oído mientras miraba a través de la ventana –siempre fuiste un mal, Evelyn, el era una persona feliz, talentosa, que vivió en la realeza con lujos, su familia, acompañado… pero apareciste tú y mira lo que le haz hecho-

Quería llorar, pero no podía. Lloraba sólo mi corazón entre el silencio.

-es hora de regresar- volvió a hablar Vladimir, y chasqueó los dedos. Otra vez perdía el conocimiento, algo a lo que ya me comenzaba a adaptar.

-Evelyn… heey, Evelyn- oí en mi oído, comencé a abrir los ojos. Me encontraba entre los brazos de Michael, oía también las voces de los chicos y de Josh, a lo lejos. Los niños reían, parecían muy felices. Michael seguía insistiendo, logré percibir si rostro, sonrió cuando lo miré

-estás bien- dijo, localicé su mano y la abracé, fuerte, como si fuese la última vez que lo haría, se acercó a mí y besó mis labios dulcemente. Cuando se alejó lo observé detenidamente, aun estaba procesando toda la información que me habían dado. ¿Era entonces yo algo que no debía estar presente allí?. Debía sacarme esa duda

-Michael… ¿te hago daño si estoy cerca, verdad?- dije, su expresión cambió por completo, no hablaba, sólo me observaba. Me observaba y no me daba señales de un “no”, uno que esperaba desesperadamente, -deberías dejarme aquí, Michael… se libre, por favor- se me quebró la voz, negó con la cabeza, y me abrazó fuertemente.

-No, Evelyn, no….- dijo, suplicándome, podía sentirlo triste también, nuestras vidas se nos iban de las manos… ¿Por qué todo tenía que quedar de esta manera?

-óyeme bien lo que te debo decir- me dijo al oído –Te amé ayer, te amo hoy, y te amaré por toda la eternidad, pase lo que pase, muera o viva, esté en donde esté- me abrazó con mas fuerza

¿hay alguna manera de luchar por esto que sentimos?






"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"