Alien... I Need U Love; Capítulo: 6
Quizás no era el tiempo para ello. Pero estaba sucediendo, mi dios, era algo inexplicable, solo podría decir que estuve en el paraíso por unos milisegundos, si los hubiese podido atesorar lo hubiese hecho por el resto de mi vida. Es que esos ojos oscuros eran algo mas, era como un poder oculto de los dioses, algo que sin duda se comenzaba a convertir en adicción. ¡Já! Yo y mis adicciones. Mi mente se había convertido en la pista de aterrizaje de toda clase de pensamientos que buscaban con desesperación y peligro de accidentes horribles un lugar en donde descansar o descargarse. Los mismos y sus ‘efectos secundarios’ se dispensaban por mi columna vertebral como un grupo de pasajeros desesperados recién llegados a una ciudad.
Pero hay que tener en claro que siempre hay un retorno atrás, siempre debemos regresar a casa, las vacaciones no son eternas, y el paraíso aun no lo será por muchísimo tiempo. Eso esta más que claro, y después de todo lo que he vivido. Las cosas no son perpetuas, ni lo bueno ni lo malo, ni el sol o la luna, ni el día ni la noche, ni la primavera ni el invierno, ni la vida o la felicidad. Ni mucho menos esos minutos de la vida que te hacen sentir dichosa. El cerró un ojo y ví como endurecía su rostro, dejándose caer de rodillas….. El terror me invadió por completo.
-Michael…. ¡Estas herido!- exclamé preocupadísima. Solo oí un suspiro pesado y de dolor mientras me agachaba para estar a la altura de él.
-no es lo que importa e realidad- musitó. Es más que evidente que estaba en desacuerdo, es gracioso lo cansón que puede llegar a ser solo por tu terquedad y su ‘sequedad’ consigo mismo, para él, primero estaban los demás. De eso me había dado cuenta en este tiempo en que estuve a su lado. Aislé con dificultad su mano de su costado, pude ver que estaba impregnada su camisa blanca de rojo carmesí, sin dudarlo desabroché su camisa y rebusqué su herida, pude notar sus mejillas arder, pero mi nerviosismo no me dejó escapar ni una pequeña burla, cuando posé mi mano sobre su blanca piel percibí que se estremeció y por dicho movimiento, gimió de dolor.
-lo siento- dije, traía una bufanda enroscada como un cinturón en mi cintura, la deshice de inmediato y la posé con gran velocidad sobre la fatal herida que sufría por mí culpa –si hago algo de presión…. Quizás pueda lograr que se valla… la… hemorragia- al parecer murmuré mientras concentrada intentaba enmendar mi daño. Pude sentir sus ojos sobre mí…. Aquella habilidad o magia en su mirada era algo subrepticio como les dije, y sé que estaba mirándome por ello.
Deslizó su mano por mi mejilla hasta alcanzar mi mentón y levantar mi vista hacia el, obligándome a dejar a un lado mi extenuante labor.
-eres muy dulce, pero, esta bien- dijo y sonrió medianamente
-no Michael, mírate, no voy a…- me interrumpió
-hay algo….- aspiró una cantidad considerable de aire –hay algo que quiero enseñarte, quizás es ya el tiempo y el lugar- se intentó levantar. Al ver que me era imposible siquiera replicarle, sólo me limité a ayudarle, lo conduje hasta el gran sofá de aquella inmensa habitación.
-Gracias- sonrió al sentarse –muchas gracias de verdad- añadió
-las aceptaría si me dejaras acabar de examinar- repliqué, enojada, me dejé caer sobre el sofá a su lado con brusquedad, dejando a flor de piel mi enardecimiento.
-eres terca de verdad- me dijo
-seeh, el burro hablando de orejas- lo miré a la cara y vi como su cara de burla cambiaba a una de irritación.
-¿examinar?- noté como intentaba cambiar la conversación -¿sabes acaso de primeros auxilios?- interrogó, atento a mi respuesta.
-posiblemente sí…. Posiblemente no- dije moviendo mi cabeza hacia los lados
-se concreta, te encanta hacerme pensar demasiado… ¿sabes lo comprometedor que puede llegar a ser?- alcé una ceja al oír aquello… ¡Ese pecado era suyo!.
-¿Quién era?... “La envidia”- lo imité de manera grosera.
-¿vez?- dijo, y luego sonrió de manera triunfante, y no no entendí porqué
-¡por dios Michael! ¡Es que no puedo dejarte así!- exploté. Y mas aun cuando vi que seguían circulando grandes cantidades de sangre, mis manos se movieron rápidamente. Llegaron a su objetivo dejando impresionado tanto a Michael como a mí, pero es que era cierto, no podía dejarle así.
Lancé hacia atrás lo que se suponía, era antiguamente una bufanda de color pastel, me quité mi sweter con la esperanza de que sirviese y lo presioné contra mi mortificación.
-¡Heeyy! ¡¿Qué piensas mancharte toda?!- el se intentó hacer para atrás, pero con el brazo que me sobraba lo rodeé por su cintura y lo traje hacia mí. La adrenalina sin duda jugaba un rol importante en dicha situación. No sé de donde había salido tanta fuerza.
-quédate quieto-dije totalmente furiosa. Retiré después de unos segundos el sweter y mire fijamente –mmm…. Unos vendajes como los que tengo en casa servirán… Si y un poco de…- me volvió a interrumpir
-Evelyn…- su voz era armoniosa, parecía emanar miel o algo parecido, había hecho que todo diese un vuelco, ya no estaba furiosa, ahora estaba nerviosa: por su culpa. Alcé mi vista encontrándome con sus ojos
-¿Qué?- cuestioné groseramente, intentando ocultar mi sonrojo
-¿confías en mí?- ¿Qué pregunta era esa?, definitivamente no le entiendo
-si, si no, te aseguro que no me tuvieses aquí-
-¿estas hablando sinceramente?-
-¿Cuándo de te mentido?- rezongué
-no le temo a que mientas- dijo y pensó bien en lo que diría después –lo que me preocupa es tú sarcasmo eterno-
-pues ahora no estoy siendo sarcástica-
-¿segura?-
-sí… ¿Qué no ve, oh señor don testarudez?- solté una risita
-¡Eve!- chilló
-bien, bien, Eso si fue sarcasmo… pero el “sí” fue real- dije intentando tranquilizarle. Noté que la hemorragia se había detenido y que el parecía estar controlando la ola de dolores que estoy segura, lo cubrían constantemente. –dejando eso de parte, ¿Porque lo preguntas?- era más que obvio que eso me tenía intrigada.
-es algo que necesito tener claro- dijo, y apartó sus ojos de los míos.
-y… eso que “ya era la hora y el lugar para decirme” ¿a que se debe?- me tocó interrogar, se restableció recostando con lentitud su espalda en el espaldar del gran sofá, de seguro buscando un poco de tranquilidad.
Le seguí con una mirada ansiosa
-¿recuerdas cuando aquí era constantemente soleado?- dijo
Divagué por unos minutos, era cierto que lo que caracterizaba a “Valle normal” (sí, ese nombre es el de mi ciudad, y pueden hacerlo, búrlense, siempre me he quejado de ello) era sus grandiosos días soleados, pero desde que llegué noté que era cosa del pasado.
-si- inquirí –pero…. Es la temporada de invierno… ¿no es lógico que este así por ello?...digo… sin…sol- me miró con fastidio, detectando la evolución de mi burla.
-no es a eso a lo que me refiero- volteó los ojos en modo de fastidio –me refiero al ambiente frío y desolado, sin felicidad… sin magia- al decir la ultima frase me miró fijamente a los ojos, tiene un especial interés por ese tema, aunque, la verdad ni le entiendo. Es que eso es cosa de niños, nadie vuela o saca destellos dorados de una varita mágica o su mano. Parecía estar leyendo mis pensamientos, pues cuando caí en cuenta, asintió del mismo modo en que lo hice
-es cierto…- abrí los ojos más de lo normal -¿Quién era? o mejor dicho ¿Qué era?, es que se volvió cenizas que se dispersaron por el aire, y…y….- el sólo pensar en ello, me ponía la piel de gallina. Alcanzó mi mano y la entrelazó con la suya
-si, es lo que crees, es un ser ‘anormal’- seguía fijo en mis ojos –Evelyn… si yo… si yo fuese un ser ‘anormal’…. ¿habría un problema con ello?... ¿me temerías?-
"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"
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