Estaba lista, saliendo de casa e Janet, un vestido grisáceo me vestía, mientras mi cabello suelto danzaba entre la brisa, al igual que el de Janet. Habíamos quedado perfectas para una fiesta, no muy llamativas, pero tampoco pasaríamos desapercibidas, las gotas de la lluvia que se avecinaba se deslizaban de vez en cuando entre la fría brisa. Ya era de noche, un poco mas de las 7 p. m.
-estás hermosa Eve- me dijo sonriendo, cuando estábamos en el auto
-tú también…- le dije de igual manera –no crees…. ¿no crees que es mala idea todo esto?, ¿está bien que ría, mientras no se en donde está Michael?-
Detuvo el auto, la fuerza con que frenó hizo que me hiciese para adelante, exaltada y preocupada viré a verla
-Debes entender una cosa- me dijo decidida –Hoy terminará toda esta maldita pesadilla-.
Llegamos a el lugar, en la puerta de entrada nos esperaba Vladimir, nos bajamos de el auto y se acercó a nosotras. Cuando con curiosidad paseé mis ojos por el contexto que constaba de todas las calles de piedra, como las de una ilusión en Praga, con luces doradas que parecían brillar con macabra morbosidad, y aunque aquella grandiosidad deslumbraba a cualquiera, no dejaba de ser frío y un lugar ‘inhabitable’.
Me tomó del brazo, impulsándome hacia la entrada, aferrándome hacia el y alejándome de Janet… “Bienvenida a mi mundo”, me susurró al oído, pude percibir miradas de recelo e impresión desde las esquinas de las escaleras, llenas de gente con vestimentas elegantes. Susurraban algo que no supe traducir. Sin embargo, entre la gente, por un milisegundo logré percibir a un sujeto, vestido de negro, ocultando sus ojos a través de un sombrero de fedora negro…
Mi corazón dio un sobre salto. Quise ir allí pero me fue prácticamente imposible.
Gélida era la atmosfera que nos rodeaba, situada en una de las mesas de los invitados me encontraba, observada por Janet, que vigilaba mis movimientos minuciosamente y los de Vladimir por consecuente.
Cuando entramos en el lugar el mismo me recibió, tomándome de la mano cortésmente y dejándome en una mesa alejada de la aglomeración. ¿Qué era parte de su plan?.Completamente indefensa ni siquiera un grito podía ayudarme, estaba con la soga al cuello, y aquel sujeto vestido de negro no dejaba mi mente en paz…
¿acaso era Michael?
Imposible.
Él se encontraba sentado justo en frente de mí, observándome en silencio. Parecía que quería leer cada una de mis sensaciones, que eran las mismas de una persona aterrada. Nerviosa dentro de un laberinto de salida me encontraba, a la merced de Vladimir.
-Me alegra que hayas venido- dijo, sonriéndome, una de las empleadas dejó un par de bebidas
-no me gusta el licor- le dije, tratando de ser lo más educada posible
-amas el durazno….. ¿no es así?- dijo, y mientras yo lo miraba impresionada le encargó a la mujer traerme un jugo de ese sabor. Me sobresalté, parecía saber mucho de mí
-aun no entiendo cual es la razón de que esté aquí- le dije, comenzándome a desesperar. Alzó una ceja, haciendo una expresión como de: “¡Que directa!”
-¿Qué tiene de malo darle atenciones a una impecable señorita?- me dijo susurrándome, con voz natural en un sujeto que mas que una amistad quiere encontrar
-¿y que tiene de malo en que prefiera que se las ahorre?, apenas le conozco y…- me interrumpió
-¿Te molesta?- dijo con tono de enojo
Iba a responder que sí, pero opté por quedarme en silencio, entre la penumbra de sus ojos, que no me dejaban de intimidar. Mis manos sudaban, y apretadas debajo de la mesa se encontraban, mientras mis inquietos ojos buscaban un pequeño espacio lejos de los de el.
Llegó la empleada con mi bebida, sólo la miré situada frente a mi
-salud- dijo, luego de hacer un ademan con su copa y tomar un enorme trago –Es ridículamente predecible el destino- dijo de pronto, su tono de voz hizo recorrer un escalofrío mas fuerte entre mi cuerpo
-¿d-destino?- tartamudeé. Toda su maldad… aunque fuese extraño… me llegaba a resultar familiar
-si… Hay personas que no entienden que deben estar bajo otras, existen seres que nunca entienden que deben estar lejos de otros… Hay ridículas sensaciones de protección, hacia despreciables seres… mortales…- dijo en un susurro, algo me dijo que se refería a Michael
-¿seres mortales?... ¿estás acaso diciendo que tú no lo eres?- repliqué, tratando de mostrar fortaleza, y notando como de pronto, Janet no estaba detrás de Vladimir, había desaparecido
-parece que no te impresiona- dijo él -¿Qué no soy el único que te ha insinuado algo así?-
-No es que no me impresione, es que suena algo fantasioso- respondí, retándolo, y confundida a la vez.
Trataba de localizar a Janet, pero efectivamente, ya no estaba
Debía confiar en ella, pero no podía negar que el miedo me invadía
-Eres muy persuasiva- rió –Me gusta eso en las mujeres- completó con una sonrisa sínica
-¿no tienes invitados que atender?- le dije de mala gana, asintió como si se tratase de un juego y lentamente se comenzó a alejar de la mesa. Nerviosa tomé un sorbo de el jugo de durazno, que a decir verdad estaba delicioso, sin embargo, parecía incomodo beberlo en aquella situación. Comencé a mirar hacia los lados, intentando localizar a Janet, analizando las tramposas palabras de Vladimir, jugaba a su gusto con las mismas, y sé que tenían un trasfondo.
Tomé otro trago de el jugo, terminándomelo, justo cuando miré al frente con la copa aun en mis labios vi como Vladimir del otro lado del lugar mostrándome una copa, no entendí porque lo hizo, hasta que de pronto sentí un sabor amargo.
Alejé inmediatamente la copa de mis labios, para observarla, y entre el cristal pude divisar un polvo blancenino, paseé mis dedos allí y después de sentir su extraño olor alcé mi vista, volviéndome a chocar con los ojos de Vladimir, y una maliciosa sonrisa.
Dejé la copa sobre la mesa, temiendo lo peor.
Pasaron los minutos, minutos interminables para mí, parecía una fiesta eterna. Por fin los invitados comenzaban a disminuir.
Janet… ¿Dónde estás?
Para cuando terminaba de preguntarme aquello, comenzaba a sentirme mareada, intenté levantarme para buscarla y saber qué hacer, pero cuando intenté ponerme de pié, mis piernas me traicionaron. Sin saber muy bien lo que sucedía, solo sentí como me tomaban entre fuertes brazos y me chocaban contra una la fría aura.
-Siempre ha estado prohibido siquiera acercarse a seres como él… Evelyn… Michael ya no existe, la realidad que vivirás a partir de ahora será la que yo ordene. Siempre debió ser así, y así lo será- murmuró en mis oídos, sentí como me llevaba a un lugar que no sabía cómo descubrir, mi cabeza amenazaba con convertirse en el núcleo de una enorme y horrorosa migraña.
El me soltó de manera agresiva. Caí de pronto a el suelo, secando varias lagrimas de los mismos los entre abrí. Observando los pies de Vladimir, se acercó a mí, y se agachó
-¿algo que desees, cariño?- dijo con voz sarcástica
-¿Por qué…porque…porque?- trataba de decir, pero me era imposible siquiera terminar una frase
Se acercó mas a mí, y apartó de mi rostro varios mechones de cabello,
-Porque aborrezco todo este maldito pueblo, porque la única verdad que puede vivir cada una de las despreciables personas es la que yo ordene, me cansé de ser el cero a la izquierda…. Amaré ser ahora el más peligroso…. Y a uno de los principales estúpidos que pisotearé, será a Michael- Me dijo al oído.
Estaba aterrada, desesperada, y lo odiaba con todo mi corazón.
-Maldito imbécil- murmuré, rió sarcásticamente
-¿Qué dijiste?- replicó
-¡Maldito Imbécil!- grité viéndolo a la cara, una gran bofetada fue su respuesta, y con el suelo me estrellé, sintiendo como el carmesí de mi sangre viajaba desde mis labios hacia mi piel. Un murmullo ajeno al de su malévola voz se proyectó entre el lugar, y después de sentir su mirada sobre mí, oí como sus pies se alejaban.
Me encontraba derribada ante la realidad de mi posición. Abandonada entre el silencio de un sitio desconocido, luchaba contra la oscuridad que se iba sobre mis ojos sin permiso, mi corazón se contraía, la confusión me atormentaba y Michael no salía más que entre mis suspiros y deseos de verlo y saber que todo iría bien.
De pronto un mareo, y oscuridad…
Sentí una fría brisa pasar sobre mis brazos, y después de moverme, comencé a abrir los ojos. Miré los pasillos en donde me encontraba, extensos, parecían interminables. “todo será cuestión de tiempo” creí escuchar de la voz de Vladimir antes de desaparecer. Cuando le recordé mire hacia los lados con desesperación. No estaba, con dificultad me logré sentar y observé el enorme jardín, que a través de los arcos podía apreciar.
Sobre una de las paredes, cerca de mí, se encontraba una mariposita color verde manzana, que parecía brillar entre la oscuridad de la noche que me arropaba. La observé detenidamente, como una niña, intenté tocarla, la misma se alzó en el vuelo, soltando destellos de luz brillantes, similares a miles de estrellitas que reventaban frente a mí, y con su luz pura y tornasol me cegaban.
Vi de pronto el rostro de Michael, a lo lejos, mirando hacia el infinito, y en pracciones de segundos, lo ví alejándose de mí, justo como la última vez que lo ví.
Me levanté, corriendo detrás de el con todas mis fuerzas, corría y corría, tratando de gritar su nombre para que me mirase, pero o era que yo no lo hacía o que el no me lograba escuchar. Se escabullía entre pasillos, podía sentir como todas mis experiencias junto a el comenzaban a quemarse…
¡Michael!
¿Me…. Comienzo a…. olvidar de ti?
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¿Que tal chicas?... ¡Gracias por sus comentarios!, les cuento que ya he mejorado jaja, y que ando regalando Tareaaa!! ¿quien quiere un poco? xD
La cosa es que, como lo notan, he tardado un poco mas de lo 'normal' por mis clases y el proyecto de Psicología, debo hablar de mí, y toda la cosa (lo que señala que debo mencionar a Michael!! Wiii!). El capítulo que les regalé hoy es aunque 'deprimente' un abreboca a todo el descenlace.... ¡tamos pisando capitulos finales!, gracias por todo chicas, gracias por leerme, muchas gracias por hacer realidad esto conmigo!
Las quiero, espero les haya gustado!
L.O.V.E.
"El Único Obstáculo entre tu sueño y tú es: El Miedo a Fracasar"